jueves, 27 de enero de 2011

Ut Pictura Poesis: John Atkinson Grimshaw.

John Atkinson Grimshaw (1836-1893). Descubrí este pintor hace unos meses por casualidad y la verdad: me dejó boquiabierto. Curiosamente, dedicó toda su carrera artística a experimentar con un género relativamente inexplorado: los paisajes urbanos (y casi-urbanos) nocturnos.

Si la pintura nocturna se vincula sobre todo al Romanticismo y a la idea del Sublime; la pintura urbana tiene una función más documental, la de retratar los esplendores de las grandes urbes, y el género tuvo su auténtico despegue en el siglo XVIII con grandes representantes como Canaletto o Bellotto.

Pero Grimshaw nos ofrece una pintura nostálgica y enteramente victoriana. Sus vistas son melancólicas, con una luz atmosférica y densa que todo lo invade pero que debe dejar paso a los pequeños centelleos de la ciudad. Las obras de Grimshaw son mágicas y están dotadas de una profunda melancolía y soledad. El pintor retrata una sociedad que avanza de forma pesada hacia la modernidad a través de una urbe que se vuelve impersonal y fantasmagórica. En las pinturas siempre hay un camino que diminutos (y anónimos) personajes recorren entre luces y sombras.

En resumen, una obra sorprendente, con una luz tétrica y espectacular que consigue recrear rigurosamente a las urbes que mutan y a la sociedad que no sabe adónde va de la segunda mitad del siglo XIX.
Whitby Harbour by moonlight (1867) de John Atkinson Grimshaw. Colección particular.

A moonlit lane (1874) de John Atkinson Grimshaw. Colección particular.

Liverpool from Wapping (circa 1874) de John Atkinson Grimshaw. Philadelfia Museum of Art.

Nightfall down the Thames (1880) de John Atkinson Grimshaw. Leeds City Art Gallery.

Hampstead (1880) de John Atkinson Grimshaw. Colección particular.

Shipping on the Clyde (1881) de John Atkinson Grimshaw. Museo Thyssen-Bornemisza.

Blackman Street, London (1885) de John Atkinson Grimshaw. Colección particular.

October Gold (1889) de John Atkinson Grimshaw. Colección particular.

A lane in Headingley, Leeds (s.d.) de John Atkinson Grimshaw. Colección particular.

Lane in Cheshire (s.d.) de John Atkinson Grimshaw. Colección particular.

Salthouse Dock, Liverpool (s.d.; varias versiones) de John Atkinson Grimshaw. Colección particular.

martes, 25 de enero de 2011

La estupidez de Louis XVI (1774-1792). II

El rey Louis XVI fue ante todo un erudito y un científico amateur, su interés por colocar a Francia a la cabeza de las innovaciones científicas y técnicas solo se vio truncado por la crisis financiera y por la Revolución. Louis XVI fue el rey mas “científico” y docto de la trilogía de reyes versallescos, un ejemplo: al ascender al trono en 1774, la primera obra que encargó fue la creación de una amplia y luminosa biblioteca personal en sus apartamentos privados, un lugar donde pudiera leer con clama y en reposo su vasta colección de clásicos griegos y latinos; otro ejemplo: en 1792, cuando la Familia Real fue detenida y llevada al Temple lo primero que pidió el rey fue que si se le podía traer su colección de libros. En Versailles, Louis XVI tenía su biblioteca principal, dos anexos, una biblioteca de consulta en la buhardilla y una galería con planos y mapas. Además, en los vastos y laberínticos aposentos privados del palacio, el rey había instalado un laboratorio de química, uno de física donde experimentaba con la electricidad, un gabinete de artillería para estudiar nuevos fusiles y cañones, dos gabinetes para trabajar con sus cinco tornos de carpintería, una forja, un gabinete para trabajos de ebanistería/carpintería y otro para los de cerrajería.


Bibliothèque de Louis XVI à Versailles. RMN Photo.

Louis XVI, a pesar de que sólo vio el mar una vez, era además un apasionado conocedor de la náutica y de la Marine Royale, que intentó desarrollar siguiendo el modelo de la Royal Navy. Parece ser que sus gabinetes de Versailles estaban llenos de maquetas de barcos y la construcción del puerto de Cherbourg puede considerarse, además, como una de las grandes realizaciones de su reinado.

Al rey también le cautivaba la cartografía, llegando a calcular y a corregir personalmente los mapas. Su interés por conocer el mundo y rectificar los atlas le llevó a impulsar la famosa expedición de La Pérouse (1785-1788).


Monsiau, Nicolas André - Louis XVI donnant ses instructions a La Pérouse pour son voyage d'exploration autour du monde, avec le Ministre de la Marine, le Marquis de Castries, 29 de juin de 1785.


Pero el interés por la ciencia y la técnica de Louis XVI no debe entenderse solamente como un hobbie personal o como una actividad propagandística, sino que había también en todas sus iniciativas un componente social, el rey quería que la mejora de la calidad de vida fuera una de las líneas que definieran su reinado. Probablemente, si Louis XVI hubiera muerto en 1789, hoy se le consideraría como uno de les grandes monarcas ilustrados de Europa, pero cuatro años de revolución arrollaron a quince de gobierno. Un claro ejemplo de la voluntad de mejorar la sociedad a través de la ciencia (aunque los otros ejemplos también deben leerse en esta clave) fue la Bergerie Royale (algo así como el Real Corral). En 1783, el rey adquirió el castillo de Rambouillet, que situado al lado de un extenso bosque era ideal para practicar la caza (otra gran pasión del monarca). Así pues, también interesado en la agronomía y la zootécnica, decidió crear en 1784 una granja experimental. La voluntad del rey era buscar animales genéticamente superiores que se adaptaran al clima francés, se reprodujeran y ofrecieran mejores productos; se empezó con ovejas merinas cuya lana era de elevadísima calidad y luego se continuó con vacas suizas, carneros africanos, cabras angora, muflones, etc.

Pero el logro más célebre de reinado de Louis XVI fue la elevación del primer globo aerostático, llamado en francés montgolfière en honor a sus inventores Joseph-Michel y Jacques-Etienne Montgolfier. El rey siguió de cerca el desarrollo de los experimentos y el 19 de setiembre de 1783 permitió que la presentación oficial del invento se hiciera en el patio del mismísimo palacio de Versailles ante toda la Corte. El globo, que llevaba un enorme dibujo con el monograma real, se mantuvo en el aire 8 minutos, se elevó 500 metros y recorrió 3.5 kilómetros. El experimento fue un éxito que dio la vuelta al mundo y meses más tarde (el 21 de noviembre) el rey también hospedó (esta vez en el castillo de la Muette) el primer vuelo con humanos de la historia. El físico Jean-François Pilâtre de Rozier y el Marqués de Arlandes, aventurero y militar, fueron los primeros seres humanos en elevarse casi 1000 metros y recorrer 9 kilómetros cruzando Paris durante 25 minutos.


Elevación del primer montgolfière en el patio del palacio de Versailles el 19 de setiembre de 1783.


Creo que todo esto aclara bastante bien la “estupidez” del rey. En primer lugar, Louis XVI fue uno de los reyes más eruditos y científica y técnicamente inquietos de la historia francesa; grandes personajes como François I (1515-1547), Henri IV (1589-1610) o Napoleón I (1804-1815) quedarían muy por detrás de él. En segundo lugar si su gobierno acabó en desastre no debe achacarse a él toda la culpa, pues de ningún modo el absolutismo de Louis XVI puede compararse el de sus antecesores. Louis XIV creía firmemente que el poder sagrado que Dios le había otorgado era para convertir a Francia en la primera potencia mundial y a él en el rey más glorioso de la Tierra; por el contrario, Louis XVI tenían el firme convencimiento de que su sino era modernizar Francia y mejorar la vida de los desamparados.

No obstante, el Rey, aunque dotado de buenas intenciones, no destacó nunca ni por la firmeza de su carácter ni por su rapidez en tomar decisiones. Los sucesivos y fracasados intentos reformitas agudizaron unos conflictos que Louis XVI no pudo ni supo controlar y que se llevarían por delante el Ancien Régime.

La Historia, a veces cruelmente irónica, parece que dio a Louis XVI las cualidades y la voluntad de un monarca ilustrado y reformista, al mismo tiempo que le convirtió en el protagonista y espectador de la desintegración de todo su mundo. 


Ejecución de Louis XVI el 21 de enero de 1793, en la Place de la Révolution (ex-Place Louis XV, nótese el pedestal donde estaba la estatua de este monarca).

La estupidez de Louis XVI (1774-1792). I

El otro día me sorprendió que en una conversación con un conocido se tachara a Louis XVI (1774-1792) de estúpido. Nada más lejos de la realidad. Cierto es que la imagen del rey y de la reina Marie Antoinette ha variado poco (a pesar de que han pasado más de dos siglos) para los que poco conocen la historia de ese período o la Revolución Francesa. También es cierto que hablar de uno de los hechos clave de la historia universal como una batalla entre buenos y malos es cuanto menos absurdo e indignante para los que conocemos y nos apasiona este período.

Dejarse guiar por lo que pone en ciertos sitios sobre personajes históricos como simples resortes de hechos inevitables nos aleja probablemente de lo esencial, y es que estos reyes, revolucionarios, dictadores o artistas fueron ante todo personas que deben ser comprendidas como un caleidoscopio que se vuelve más tortuoso cuanta mayor es la importancia del personaje.

Que Louis XVI (1774-1792) fue un mal rey, podría cuestionarse porque depende cuestiones políticas e ideales personales, pero se debe tenerse en cuenta que en realidad fueron un conjunto de factores (sociedad, gobierno, economía, subsistencia….) los que condicionaron su reinado, aunque es unánimemente que acabó como el rosario de la Aurora. Pero decir que era estúpido es inaceptable. Veámoslo.

Stephan Zweig, en su obra Marie Antoinette, lo describe como un hombre corpulento y alto (1.90 aprox.), de aspecto no excesivamente agraciado y miope. Por un lado era consciente de su poca gracia física, lo cual le hacía carecer de la majestad de Louis XIV (1643-1715) o de la sofisticación de Louis XV (1715-1774); por otro lado su miopía le hacía tener una mirada perdida y confusa cuando no llevaba gafas. Zweig, y aquí hay divergencias, lo describe, también, como un personaje con plomo en vez de sangre, que nunca parecía alterarse, que todo lo tenia que meditar y remeditar y para el cual el peso de la corona era el peor de los castigos. Todos estos elementos nos construyen una imagen de un rey poco carismático y sin la arrolladora presencia de sus predecesores.

No obstante, era un personaje de gustos simples. Le placía la calma y la erudición, aborrecía las fiestas y los jolgorios (al contrario que su mujer), sabía ser próximo y para él la pompa era solo una necesidad de estado. El pueblo le adoraba por ello (lo cual también explica porque fue tan detestada la reina Marie Antoinette) y prácticamente hasta la fuga de Varennes fue notre bon roi Louis XVI.

Pero vuelvo a decir que tacharlo de estúpido es irritante o hilarante.


1769, Van Loo, Louis Michel - Le Dauphin Louis Auguste, Versailles.

1775, Duplessis, Joseph Siffred - Louis XVI, Versailles.

1776, Duplessis, Joseph Siffred - Louis XVI, Versailles.

1779, Callet, Antoine François - Louis XVI revêtu du grand costume royal, Versailles.

1786, Callet, Antoine François - Louis XVI, Musée Carnavalet.