miércoles, 23 de mayo de 2012

The Great Gatsby (2012) de Baz Luhrmann.

Parece ser que vivimos en la era de los remakes cinematográficos, pero como es de esperar, solo algunos pocos valen la pena. Ahora le toca el turno a la célebre novela de F. Scott Fitzgerald (1896-1940) El Gran Gatsby (The Great Gatsby) que ya tiene a su espalda númeras adaptaciones cinematográficas.


El director escogido es el peculiar Baz Luhrmann, que nos ha dado obras como la curiosa Romeo + Juliet (1996), la original Moulin Rouge! (2001) o la irregular Australia (2008). El estilo del director, que siempre viaja entre el drama épico, la opera decimonónica y el histrionismo de la cultura pop, ha creado por igual adeptos y detractores, y si bien es cierto que sus películas no siempre convencen, su atmósfera resulta de lo más sugerente.

Tal como dijo un conocido, la película puede que sea mala, pero seguro que será espectacular. El tráiler parece corroborar este último punto.

En la pantalla veremos encarnando al excéntrico y solitario millonario Jay Gatsby al premiado Leonardo DiCaprio; que después de abandonar su etapa de adolescente rebelde nos ha regalado magníficas interpretaciones en The Aviator (2004) o Inception (2010).

La interpretación de la sofisticada y evanescente Daisy corre a cargo de la emergente estrella británica Carey Mulligan que descubrimos en la decepcionante An Education (2009).

No obstante, habremos de conformarnos con el sugerente tráiler porque, al parecer, la fecha de estreno no es hasta el 25 de diciembre.



jueves, 3 de mayo de 2012

Jueves de pintura: Gros.

Antoine Jean Gros (1771-1835) fue un pintor poliédrico, encajado entre dos épocas, el Neoclasicismo y el Romanticismo, y sus dos pesos pesados, David y Delacroix, respectivamente. Su obra no fue jamás ni una cosa ni la otra, pero esto no impidió que fuera particular, personal, y a su manera, genial.


Eléazar préfère la mort au crime de violer la loi en mangeant des viandes défendues (1792) Musée de Beaux-Arts de Saint-Lô.

Oficialmente, Gros fue uno de los discípulos del taller de David y su obra se gestó bajo la égida del estilo neoclásico de corte napoleónico (el llamado estilo Imperio). Pero la obra de Gros carece de ese pathos clásico, de esas actitudes heroicas y gallardas características de David, y se acerca a una atmosfera, más sincera, más oscura y más tumultuosa, que prefigura el Romanticismo.


Una de sus primeras obras fue Eléazar préfère la mort au crime de violer la loi en mangeant des viandes défendues, que en 1792 presentó en el concurso del Prix de Rome. La pintura, con una clara influencia de la pintura academicista del XVIII y sobretodo del colorismo de Rubens o Veronese, esta años luz de la concreción formal y conceptual que muchos años antes había logrado David con su Le Serment des Horaces.

Le Serment des Horaces (1784-1785) de Jacques Louis David, Musée de Louvre.

Bonaparte au Pont d'Arcole (circa 1796-1797) Hermitage Museum.

Gros tampoco resiste la comparación con los retratos que su maestro realizó de Napoleón. El Bonaparte au Pont d'Arcole de Gros, aunque enérgico, carece de la fuerza del Napoléon franchissant les Alpes. Del mismo modo el Bonaparte, Premier consul de Gros retrata a un Napoleón con aspecto melancólico, con un figura endeble y un rostro circunspecto; mientras que el Portrait inachevé de Bonaparte de David, aunque inacabado, consigue transmitir el poder, la ambición y el ímpetu de Napoleón únicamente a través de su rostro.

Napoléon franchissant les Alpes (1800) de Jacques Louis David, Musée de la Malmaison.

Bonaparte, Premier consul de la République (1802) Musée national de la Légion d'honneur.

Portrait inachevé de Bonaparte (1798) de Jacques Louis David, Musée du Louvre.

Todo eso no quiere decir que Gros fuera un mal retratista, sino que simplemente no era el retratista adecuado para Napoleón. Por el contrario, las dos siguiente obra muestran sus dotes para el retrato: en el retrato de Joachim Murat, el autor capta perfectamente la personalidad, extravagante, megalómana y ecléctica del célebre mariscal y Rey de Nápoles (1808-1815); por otro lado, en la pintura del Comte Honoré de La Riboisière, Gros logra un detallismo y una exquisitez propias de la técnica del pastel del siglo XVIII y de autores como Rosalba Carriera, Quentin de la Tour o Vigée Le Brun.

Joachim Murat, roi de Naples (circa 1812) Musée du Louvre.

Portrait du Comte Honoré de La Riboisière (1815) Collection privée.

Pero donde Gros mostró todas sus dotes artísticas fue siempre en la pintura de batallas. Sus obras nada tienen que ver con el detallismo y la minuciosidad de Lejeune; al contrario, sus escenarios están llenos de humo y de personajes, todo parece abigarrarse sin orden ni concierto, de forma caótica; el campo de batalla se convierte en un tumulto fuera de control, pero lleno de pasión.

Bataille de Marengo de 1800 (1802) deL Barón Louis François Lejeune, Musée de Versailles.

Bataille de Nazareth (1801) Musée de Beaux-Arts de Nantes.

Bataille d'Aboukir, 25 juillet 1799 (1806) Musée de Versailles.

No obstante, el pintor no renuncia al horror o la fealdad y su actitud parece anunciar el Romanticismo. Bonaparte visitant les pestiférés de Jaffa presenta a un Napoleón elegantemente vestido que visita a los soldados contagiados por la peste. Los cuerpos desfallecidos y endebles con los rostros ojerosos yacen en la parte inferior de cuadro en la semi-penumbra y parecen anunciar los marineros del Le Radeau de La Méduse de Géricault. Asimismo en Napoleón a la Bataille de Eylau la batalla pasa a un segundo término, Napoleón aparece otra vez rodeado de heridos y muertos que suplican ayuda, pero aquí Bonaparte parece ignorarlos mientras continúa dirigiendo la contienda.

Bonaparte visitant les pestiférés de Jaffa le 11 mars 1799 (1809) Musée du Louvre.

Napoleón a la Bataille de Eylau en 1807 (1808) Musée du Louvre.

Una vez acabada la epopeya napoleónica, Gros, al contrario que David, no tuvo reparos para alinearse con el nuevo régimen de la Restauración Borbónica (1815-1830) y pronto empezó a recibir jugosos encargos además del título de barón. En el Embarquement de la Duchesse d'Angoulême Gros busca en vano mantener su fama a través de una monumental pintura de historia, el resultado final es, no obstante, mediocre; las actitud trágica de las mujeres de la derecha, el erotismo de la marineros de la izquierda y el patetismo del grupo central (en especial de la duquesa) encajan pobremente y de forma poco armónica. Lo mismo ocurre en el retrato de Louis XVIII, donde, a pesar de sinceridad con la que Gros pinta el rostro y el carácter del monarca, el aspecto final es más bien mórbido y poco elegante, contrariamente al retrato de Charles X de Gérard.
Embarquement de la Duchesse d'Angoulême à Pauillac en 1815 (1819) Musée de Beaux-Arts de Bordeaux.

Portrait de Louis XVIII, Roi de France et Navarre (1817) Musée de Versailles.


Portrait de Charles X, Roi de France et Navarre (1825) del Barón François Gérard, Museo del Prado.

Más notorio es el retrato de Madame Récamier en donde Gros pinta a la célebre femme d’esprit  ajada y recubierta de cofias (vetusta, quizás como la propia Restauración?) y muy lejos de aquella seductora joven de vestidos vaporosos que Gérard había pintado en 1805.

Madame Julliette Recamier (1825) Croatian Academy of Science and  Art.

Madame Récamier (1805) del Barón François Gérard, Musée Carnavalet.

En el Salon de 1835, Gros presentó  la que sería su última obra, Hercule et Diomède, en donde, en vano, intentó dominar la nuevas tendencias románticas. La pintura fue ampliamente criticada: la composición es tosca, la luz es inadecuada, el tema es anticuado….Gros era incapaz de alcanzar la maestría que Delacrois demostraba en su Médée furieuse, y al parecer uno de los críticos, tras ver el cuadro, llegó a afirmar “Gros está muerto”. El pintor, que ya hacía tiempo que padecía una severa depresión se suicidó días después arrojándose al río Sena.

Hercule et Diomède (1835) Musée des Augustins.

Médée furieuse (1838) de Eugène Delacroix, Musée de Beaux Arts de Lille.

La pintura de Gros había nacido en una era y moría en otra, su obra estuvo siempre a caballo entre el Neoclasicismo y el Romanticismo sin jamás llegar a conectar con ninguno de ellos.