sábado, 26 de octubre de 2013

Lo que el tiempo se llevó: las mansiones desaparecidas de Londres.

Toda ciudad que se jacte de estar viva, sacrifica partes de su historia a medida que avanzan los siglos. Los cambios socio-económicos, las transformaciones urbanísticas, las guerras o simplemente la especulación inmobiliaria dejan tras de si un elevado número de víctimas patrimoniales. Remarcables edificios perdidos para siempre, reducidos ahora a una lista de nombres y a fotografías en blanco y negro y escondidos detrás de aquellos que si sobrevivieron y que acaparan toda nuestra atención y fascinación. Escribo, pues, una suscita memoria de las grandes mansiones que ha perdido Londres, antaño centros de poder y riqueza que ahora solo son meros recuerdos de una época pasada y de unos protagonistas olvidados.

NORTHUMBERLAND HOUSE
La primera de las mansiones desaparecidas de Londres fue construida a inicios del siglo XVII por Henry Howard, Earl de Northampton, en estilo jacobeo. La edificación era un inmenso cubo con la fachada principal que daba al Strand, un patio interior y un amplio jardín en la parte posterior. En 1647, la mansión pasó por matrimonio a la familia Percy, Earls (luego duques) de Northumberland. La mansión sufriría a partir de entonces constantes trasformaciones. Entre 1642 y 1649, Edward Carter trasladó las estancias de recepción desde la fachada del Strand (norte) a la fachada de jardín (sur), mucho más tranquila. Luego John Webb, entre 1655-1657, erigió una amplia escalinata exterior que comunicaba dichas estancias con el jardín. A mediados de siglo XVIII, Daniel Garret y James Paine remodelaron la fachada del Strand y añadieron dos alas bajas (la este contenía habitaciones y la oeste un salón de baile) flanqueando el jardín. Hacia 1770, el célebre decorador Robert Adam añadió a la mansión su joya más preciada, la Glass Drawing Room, cuyas paredes estaban recubiertas de cristal coloreado que imitaba el mármol. Finalmente de 1818 a 1824, Thomas Cundy reconstruyó en un monumental estilo neoclásico la escalinata principal de la casa. Durante la Exposición Universal de 1851, una de las principales atracciones de la ciudad fue la visita guiada a la Northumberland House y a sus fabulosas colecciones de arte. Pero la suerte de la mansión estaba echada. El Strand ya no era una calle aristocrática, todas sus grandes mansiones ya habían desaparecido y el lugar era ahora sórdido, ruidoso y repleto de tráfico. Además, la apertura de Trafalgar Square y la construcción de Charing Cross Station aumentaron el bullicio de la zona. Finalmente, George Percy, VI Duque de Northumberland, presionado por el Metropolitan Board of Works, que deseaba ensanchar la calle, vendió la casa en 1874. Ese mismo año fue demolida.

La Northumberland House pintada por Canaletto a mediados de siglo XVIII. En las primeras décadas del siglo XIX, la Trafalgar Square se empezaría a erigir en el extremo izquierdo.

La Northumberland House hacia 1860. © Flickr/Leonard Bentley

La Glass Drawing Room.

Maqueta de la Glass Drawing Room en el Victoria & Albert Museum.

DEVONSHIRE HOUSE
A finales del siglo XVII, el influyente William Cavendish, Duque de Devonshire, adquirió como nueva residencia la vieja Berkeley House situada en la calle Picadilly, que se estaba convirtiendo en un lugar a la moda. No obstante, la mansión fue víctima de un incendio unas décadas más tarde. Así pues, de 1734 a 1740 William Kent construyó una nueva mansión en un severo estilo palladiano pero cuya composición seguía el modelo de los hôtel parisinos: un patio de entrada flanqueado por alas del servicio separaba la residencia del bullicio de la calle, detrás se extendía el jardín. Directamente desde el patio una escalera exterior permitía acceder al piano nobile que se desarrollaba en doble profundidad: una enfilade hacia el patio y otra hacia el jardín. Hacia mediados de siglo XIX, Decimus Burton eliminó la bonita pero incómoda escalera exterior creando un pórtico para carruajes, un vestíbulo en la planta baja y una gran caja de escalera circular en la fachada del jardín. Dicha sinuosa escalera pasaría a la historia por su peculiar pasamanos de cristal. Detrás de la severa fachada de Kent, la mansión presentaba fastuosos interiores que brillarían por todo la alto en el Duchess of Devonshire Ball, organizado en 1897 para celebrar el Diamond Jubilee  de la reina Victoria y en el que casi 700 invitados se presentaron disfrazados con elaborados trajes de época. Durante décadas, los duques usaron la Devonshire House más como exhibición de su prestigio y celebración de fiestas que como residencia. Pero después de la Primera Guerra Mundial, la cosas habían cambiado, la aristocracia ya no podía vivir de sus rentas y gastar a manos llenas, la época de las grandes mansiones había pasado. Victor Cavendish, IX Duque de Devonshire, acosado por las deudas de sus antecesores y por el impuesto de sucesión vendió la casa en 1920. En 1924, en su lugar se levantó un edificio de oficinas.
La Devonshire House a finales del siglo XIX.

El Ballroom, resultado de la unión de dos salones. A la derecha llegaba el rellano de la escalera principal, las puertas de la izquierda conducían al Saloon.

El Saloon, situado en el centro de la fachada que daba a la calle, era la estancia más opulenta de la mansión.

Baile en la Devonshire House hacia 1840.

GROSVENOR HOUSE
La relativamente pequeña y cúbica Gloucester House fue adquirida en 1805 por el riquísimo aristócrata Robert Grosvenor, Marqués de Westminster. No fue hasta 1808, después de las reformas necesarias, que los Grosvenor y su fabulosa colección de arte pudieron habitar su nueva residencia. La casa seguía el esquema francés de calle-patio-casa-jardín, y presentaba una planta cúbica con una escalera en la parte central. No obstante la creciente colección obligó a ampliar la residencia. William Porden, de 1817 a 1819, y Thomas Cundy II, de 1826-1827, construyeron una larga ala oeste que albergaba dos inmensos salones con iluminación cenital para exponer los cuadros, entre ellos cuatro inmensas pinturas de Rubens. Poco se tocaría, no obstante, de la casa original, que a pesar de las súplicas de los arquitectos nunca fue demolida. Entre 1842 y 1843, la entrada a la casa desde la Upper Grosvenor Street fue dignificada con la construcción de una columnata dórica con lámparas de gas y dos portales para carruajes muy parecida a la de la demolida Carlton House. Nuevas transformaciones vinieron en la década de los 70 con Hugh Grosvenor, I Duque de Westminster y por aquel entonces el hombre más rico de Reino Unido. Henry Clutton redecoró la casa en el style Second Empire entonces de moda, transformó la galería de pintura en salones de recepción abriendo en los muros ventanales que daban al jardín, erigió una columnata semicircular que conectaba la galería con Park Lane y construyó una nueva porte-cochère y un nuevo vestíbulo. En la década de los 80 la mansión fue completamente electrificada. Pocos cambios se produjeron hasta que en 1916, el II Duque de Westminster, cedió la casa al gobierno, que instaló en ella varias oficinas. Después de la guerra el Duque decidió no volver a habitar la casa que en 1925 fue vendida y en 1927 demolida. En su lugar se levantó un hotel.
Vista exterior de la galería de pintura añadida a la casa.

La galería de pintura y en un segundo plano la fachada de la mansión original hacia el jardín.

Primer salón de la galería abierto a la Rubens Room.

La Rubens Room, sala principal de la galería de pintura.

Monumental columnata que separaba el patio de entrada de la calle. Al fondo se puede intuir la fachada de la casa.

DORCHESTER HOUSE
La inmensa e imponente mansión de italianate style fue erigida, a mediados del siglo XIX, por el poco conocido Lewis Vulliamy para el terrateniente Robert Stayner Holford que había heredado una fabulosa fortuna de su abuelo. Las monumentales fachadas seguían el esquema “neo-renacentista” o “italianizante” a base de órdenes superpuestos y ventanas con ménsulas y frontón cuyo máximo exponente fue el arquitecto Charles Barry con su Bridgewater House o Trentham Hall. No obstante, aquello más alabado de la casa fue la espectacular escalinata central, sin duda una de las mejores del Londres victoriano, con unas amplísimas rampas y diáfanas galerías de arcadas rodeando la caja. El resto de la casa fue diseñado para alojar la colección de arte y de libros del propietario y en ella Holford vivió fastuosamente rivalizando o superando a los aristócratas que tenía por vecinos. Después de la muerte de Holford en 1892, la casa permaneció inocupada hasta que en 1905 su hijo la alquiló a Whitelaw Reid, embajador de los Estados Unidos de América. Reid fue conocido por sus pantagruélicas recepciones que llegaban a reunir hasta 4000 invitados sobretodo en las fiestas del 4 de Julio. También fue célebre la boda, en 1910, de la hija de Reid, Jean, a la que asistieron el rey Edward VII y la reina Alexandra; o cuando Theodore Roosebelt residió en la mansión en 1910 mientras asistía al funeral de Edward VII. Durante la Primera Guerra Mundial, la Dorchester House fue transformada en hospital. En los años veinte, el nieto de Holford, Edmund Parker, IV Earl de Morley, vendió la casa, que en 1929 fue demolida para construir un hotel del mismo nombre.
La Dorchester House vista desde Park Lane.

La Staircase, una de las escalinatas más espectaculares del Londres victoriano.

El Grand Saloon de la Dorchester House.

NORFOLK HOUSE
Fue Edward Howard, IX Duque de Norfolk, el que encargó a Matthew Brettingham la construcción de una nueva mansión palladiana en la siempre chic St. James Square. La nueva residencia se construyó de 1748 a 1752, sobre la antigua Old Norfolk House que había sido habitada de 1737 a 1742 por Frederick, Príncipe de Gales, desterrado del palacio de St. James por las tormentosas relaciones que tenía con su padre, el rey George II. La nueva mansión del duque de Norfolk fue construida como un palazzo a la italiana, es decir, con la fachada principal pegada a la calle. La distribución interior seguía el habitual esquema en las mansiones británicas del siglo XVIII, una gran escalinata central alrededor de la cual se agrupaban las estancias. Por lo general, las estancias de recepción daban a la calle y aquellas más privadas al jardín posterior. Pocos cambios se produjeron en la Norfolk House en las décadas posteriores, a excepción del pórtico y del balcón añadidos por Robert Abraham entre 1842 y 1845. La mansión fue vendida en 1938, y en su lugar se erigió un edificio de oficinas en un estilo parecido. Afortunadamente la magnífica Music Room tardo-barroca con sus elaborados espejos rococó aún puede verse en el Victoria & Albert Museum.
Fachada de la Norfolk House hacia St. James Square.

La escalinata central de la Norfolk House.

La Music Room reinstalada en el Victoria & Albert Museum.

HOLLAND HOUSE
De todas las mansiones desaparecidas, la Holland House era la que probablemente tenía un aspecto más encantado. A inicios del siglo XVII, Sir Walter Cope comisionó al arquitecto jacobeo John Thorpe la construcción una nueva y fastuosa mansión para él y su familia en Kensington (por aquel entonces un pueblecito a las afueras de Londres). La nueva construcción seguía el típico esquema de la arquitectura jacobea: extenso uso del ladrillo, tejados cubiertos de pináculos, grandes bow-windows y una planta en forma de U. El ala oeste contenía además la típica galería usada como biblioteca. Décadas más tarde el edificio fue heredado por Henry Rich, Earl de Holland y célebre cortesano durante el reinado de Charles I. El nuevo propietario mandó alargar las alas laterales y erigir una galería porticada en la planta baja decorada al gusto manierista. No obstante, poco aprovechó las mejoras el nuevo propietario, que fue decapitado durante la Guerra Civil Inglesa (1642-1651). A inicios del siglo XVIII, toda la zona ganó prestigio cuando William III decidió abandonar los irrespirables aires de Londres e instalar su corte en la vecina Kensington House, donde murió en marzo de 1702. En 1721, la Holland House fue heredada por William Edwardes, Barón de Kensignton y en 1768 fue comprada por  Henry Fox, Barón de Holland, que dio su nombre a la casa. La Holland House alcanzó su cenit durante la primera mitad del siglo XIX, cuando fue residencia de Henry Vassal-Fox, III Barón de Holland y reputado político whig y escritor. Por su salón literario pasaron personajes de la talla de Lord Byron o Sir Walter Scott. Hacia mediados de siglo XIX se acometió una importante trasformación en la residencia con la construcción de una nueva escalinata y el traslado de la entrada principal de la fachada central al ala este. Mientras tanto todo el oeste de Londres estaba viviendo un auténtico boom urbanístico con la creación de elegantes vecindarios como Belgravia, Knightsbride o North Kensington, y también los Holland fueron despedazando poco a poco su propiedad para la construcción de elegantes calles y suntuosas mansiones que aún pueden verse en la actualidad en los alrededores de Holland Walk y Campden Hill. No obstante a inicios del siglo XX, la Holland House poseía el jardín privado más grande de la capital, que se extendía hasta Nothing Hill y que alcanzaba renombre mundial por su exuberancia y por la variedad y calidad de sus plantas. Al contrario que todas las otras propiedades, la Holland House no fue vendida, sino que fue una de las víctimas más celebres del Blitz de la Segunda Guerra Mundial. El 27 de setiembre de 1940, la ancestral casa fue destruida por bombas incendiarias, se salvaron milagrosamente las alas laterales y con ellas la preciada biblioteca (ala oeste). Después de la guerra los Holland vendieron la propiedad a las autoridades municipales que abrieron el parque al público y trasformaron lo único salvable de la casa (el ala este) en un hostal para jóvenes. Sic transit gloria mundi.

Pintoresca fachada principal de la Holland House. Hoy en día solo se conservan el ala este y los pórticos de la planta baja.

La Gilt Room, salón central del primer piso y así llamada por la madera tallada pintada de dorado. 

Célebre fotografía propagandística que muestra la milagrosamente salvada biblioteca de la Holland House, en el ala oeste.


No hay comentarios:

Publicar un comentario