domingo, 24 de noviembre de 2013

Obsesiones Arquitectónicas: la Catedral Naval.

Morskoy Sobor (Catedral Naval) de Kronstadt (1901-1913) de Vasily Kosiakov.
Desde que en 1703 Pyotr el Grande arrebató la isla de Kronstadt a los suecos, el lugar se convirtió en una importante fortaleza que protegía la entrada a la nueva capital (San Petersburgo). Rápidamente se constituyó una guarnición naval que fue aumentando a lo largo de los siglos XVIII y XIX. Poco a poco, mientras Kronstadt se fortificaba, sobretodo a partir de la Guerra de Crimea (1853-1856), también se convirtió en la principal base de la Flota del Báltico. Hacia 1890 se decidió finalmente construir una gran catedral para la Marina Imperial, que además, tuviera la particularidad de poder ser vista desde lejos por cualquier visitante que llegara a San Petersburgo por mar. El arquitecto escogido, Vasily Kosiakov, presentó un proyecto macizo y contundente, una especie de transposición al neo-bizantino de la Isaakievskyi Sobor (Catedral de San Isaac) de San Petersburgo. Lejos de la habitual esbeltez y misticismo de las iglesias rusas, la Catedral Naval tiene como principal modelo la amplitud e inmensidad de Hagia Sophia, aunque los evidentes coqueteos con el ne-románico sugieren también la influencia de la Basilique du Sacré-Coeur (1875-1919) de Paris. Inaugurada en 1913, la Catedral Naval apenas fue usada 14 años, hasta que en 1927 se decretó su cierre. Tras décadas de ser usada como cine y sala de conciertos, en los años 90 se inició su restauración y fue re-consagrada en mayo de 2013.




sábado, 23 de noviembre de 2013

Un Certain Regard: Nikolay I.

Nikolay I, Emperador de Rusia (1856) pintado por Vladimir Sverchkov, Museo de la Guardia Imperial, San Petersburgo.
Apodado el "Gendarme de Europa" por su defensa a ultranza de los principios del Antiguo Régimen frente al emergente liberalismo, su reinado (1825-1856) puede considerarse como el último que fue absolutista de principio a fin. Hermano del zar Aleksandr I, su otro hermano Konstantin debería haber heredado el trono si no hubiera renunciado a sus derechos de sucesión para casarse con el amor de su vida.

Su reinado estuvo marcado por una constante lucha contra las corrientes liberales y por el apoyo al "Concierto de Europa" establecido por el también conservador Metternich. En 1825, durante su ascención al trono tuvo que hacer frente al movimiento constitucional "Decembrista", en 1830 suprimió el Alzamiento de Noviembre en Polonia y en 1848 proporcionó tropas al Emperador de Austria para sofocar la Revolución Húngara.

De él se dijo que solo le interesaba la política y el ejército, pero fue un hombre de contrastes, en 1837 inauguró el primer ferrocarril de Rusia (linea San Petersburgo-Tsarskoye Selo) y en 1852 abrió el museo del Hermitage al público después de la fastuosa reforma de Leo von Klenze. Tampoco fue un zar opuesto a la abolición de la servidumbre, pero entendió que esto le enemistaría con la nobleza, principal pilar del régimen. Por último, en 1853 se embarcó en un conflicto con el decadente Imperio Otomano, cuyo reparto se presentaba más que difícil. Los rápidos avances rusos pronto inquietaron a las potencias occidentales y Reino Unido, Francia y Cerdeña declararon la guerra al zar, iniciando la Guerra de Crimea. Nikolay I murió en 1856, en medio de una guerra que se mostraba como un sonoro fracaso. A su hijo y sucesor Aleksandr II solo le quedaba un camino: la reforma.

domingo, 17 de noviembre de 2013

Un año con el Kaiser: las idas y venidas de Wilhelm II.


A lo largo de su vida, Wilhelm II recibió el apodo de Reisen-Kaiser (el Kiaser/Emperador viajero) debido a su afición por los viajes (fue uno de los primeros soberanos en visitar Oriente Próximo), pero también por su peripatético estilo de vida que le hacia trasladarse de un palacio a otro. 

Inicialmente, Wilhelm II intentó emular la estricta rutina que seguía su amado abuelo Wilhelm I. Se levantaba a las 8 de la mañana y tomaba el café mientras trabajaba. Los lunes, miércoles y sábados a las 11, el jefe del Gabinete Civil venía a entregar sus informes (Vorträge), la reunión duraba entre hora y hora y media. Los martes, jueves y sábados, era el turno del jefe de Gabinete Militar, la reunión se alargaba dos horas. A la una en punto almuerzo, al que Wilhelm I dedicaba poca atención. La tarde se dedicaba a más trabajo, audiencias y un pequeño paseo en calesa. Antes de las 8 cena, luego teatro hasta las 9 y a continuación conversación con miembros del séquito y académicos sobre temas no controvertidos. A las 11 todo el mundo se retiraba a la cama. Pocos eventos alteraron este horario durante los 27 años de reinado de Wilhelm I.

La muerte de Wilhelm I según Anton von Werner. El príncipe Wilhelm aparece al lado de su abuelo, a los pies de la cama están sus padres Friedrich y Victoria.

La Apertura del Reichstag el 25 de junio de 1888, por Anton von Werner. La inmensa pintura marca el inicio de la fastuosa puesta en escena que caracterizará el reinado de Wilhelm II.

Wilhelm II mantuvo el esquema de los Vorträge inalterado en un principio. Los ministros escribieron más tarde que el Káiser les recibía amablemente pero con su habitual ansiedad y que no dejaba de mover y tocar objetos de su escritorio durante las reuniones. Sus preguntas eran inteligentes, pero usualmente dispares y sobre cuestiones secundarias que alargaban la reunión más de lo habitual. El Káiser salía psíquicamente agotado de estas reuniones, y como resultado se fueron reduciendo en cantidad y duración. Asimismo el estilo de vida frenético de Wilhelm II dificultaba la planificación de las reuniones que usualmente se veían reprogramadas de un día para otro y que frecuentemente tenían que realizarse mientras Wilhelm viajaba en coche, tren o barco.

Salón del Káiser en el tren imperial o Hofzug.

Hacia 1910, la jornada del Káiser era muy distinta a la del metódico Wilhelm I. Su Majestad se levantaba entre las 9 y las 10 de la mañana y tomaba un copioso desayuno de tres platos, luego venía un largo paseo a caballo con sus aide-de-camp o una caminata con el Canciller o el Secretario de Estado de Asuntos Exteriores. El Vorträge era a las 12, no demasiado largo, porque a la una se almorzaba. Wilhelm II tampoco demostraba mucho interés por la comida, pero a diferencia de su abuelo hablaba profusamente. Luego otro paseo, generalmente con su esposa y una siesta de una o dos horas. Por la tarde el Káiser concedía audiencias, iba a los museos o a los ateliers de artistas famosos, hacia visitas de cortesía, etc. Si había tiempo continuaba el trabajo de la mañana. Hacia las 8 se cenaba y luego había teatro o tertulia con invitados que casi siempre se alargaba hasta la 1 de la madrugada.

Este intenso horario se seguía, no obstante, apenas tres o cuatro meses al año, cuando el Káiser residía en Berlín o en su residencia secundaria de Potsdam. El resto del tiempo lo pasaba viajando. Hacia 1888, Wilhelm II pasaba el 65% del año entre Berlín o Potsdam. En 1894, estableció la organización del año que duraría hasta la guerra y en la que la estancia en Berlín o Potsdam se redujo al 40%.

El Día de Año Nuevo, la Familia Imperial se trasladaba a Berlín para el inicio de la temporada. Bailes, ópera, exposiciones y algún que otro desfile ocupaban la mayor parte de la vida social de enero, en el que Wilhelm II raramente dejaba la capital. En febrero, no obstante, había una breve excursión: una semana de retiro en el pabellón de caza de Hubertusstock. Marzo empezaba con una visita de dos o tres días a Wilhelmshaven donde el Káiser tomaba juramento a los cadetes de la Kaiserliche Marine. La última mitad de marzo y casi todo el abril se dedicaban a viajes por el Mediterráneo o Italia y a partir de 1907 a una prolongada estancia en la isla griega de Corfú.

El Stadtschloss de Berlin. La primeras construcciones aparecieron a inicios del siglo XIII, pero el aspecto definitivo se lo dio Friedrich I a inicios del siglo XVIII. Sede de los Hohenzollern durante siglos, el edificio sufrió intensos bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial y fue dinamitado en 1950 por el gobierno comunista.

El Stadtschloss en el centro del antiguo Berlin, arriba a la izquierda se puede apreciar la Berliner Dom.

La Weissen Saal (Sala Blanca) en el Stadtschloss, principal salón de recepción del palacio.

Vortragszimmer (sala de reuniones) de los aposentos del Káiser.

En 1907, el Káiser había adquirido en Corfú el Achilleion, el encantador palacio que la emperatriz Sisi había mandado construir de 1888 a 1891 y que no se había utilizado desde su asesinato en 1898. La adquisición del palacio costó la considerable suma de 600.000 marcos y el mantenimiento anual ascendía a 50.000 marcos. Asimismo debían sumarse lo gastos de viaje de casi cien criados, miembros del séquito e invitados además de cinco automóviles. Tal compra fue considerada un despilfarro por Wilhelm von Wedel, ministro de la Casa Real, que dimitió en protesta poco después. Pero la verdad es que más allá de la belleza natural de la isla, pocas cosas había que hacer en Corfú y el séquito se aburría rápidamente mientras los días pasaban lentamente, uno igual que el otro. La única diversión que había eran las excavaciones arqueológicas que apasionaban al Káiser y con las que el resto de sus invitados fingían entusiasmarse.

Fachada frontal del Achilleion.

Terraza superior del Achilleion, a la que se accede a través de los salones de recepción y de los aposentos imperiales.

A finales de abril, Wilhelm II solía visitar las provincias de Alsacia y Lorena, anexadas al Imperio tras la Guerra Franco-prusiana. El emperador seguía con mucho interés la reconstrucción del castillo de Hohkönigsburg, versión idealizada del pasado alemán de la región, que no se incorporó a Francia hasta el reinado de Louis XIV. En Estrasburgo, el Káiser no se alojaba en la tradicional residencia de los soberanos franceses, el Palais Rohan, sino en un nuevo palacio imperial construido a partir de 1883.

El Kaiserpalast (Palacio Imperial) de Estrasburgo.

Castillo de Hohkönigsburg  (o Haut-Hoenigsbourg en francés).

Mayo empezaba con una estancia del Káiser en la ciudad balneario de Wiesbaden, donde disfrutaba del teatro y del casino. Durante la primera mitad del mes se sucedían visitas a Hallenburg, la residencia de su amigo el conde Emil von Schlitz, reputado escultor; y finalmente al extremo este del Imperio, en la Prusia Oriental, al pabellón de caza de Prökelwitz, propiedad del Príncipe de Dohna.

El Kurhaus (casino) de Wiesbaden.

Wilhelm II volvía Berlín a mediados de mayo, justo a tiempo para establecer su residencia oficial en el Neues Palais de Potsdam y asistir al desfile militar de primavera. El pomposo palacio en el límite del parque de Sanssouci había sido construido a finales del reinado de Friedrich II el Grande como muestra del poderío prusiano, pero apenas había tenido un uso regular hasta que, en 1864, los padres del Wilhelm II, Fiedrich y Vicky, en instalaron en él para pasar la primavera. Uso retomado por su hijo.

El Neues Palais en el Parque de Sanssouci de Potsdam.




La Marmorsaal del Neues Palais.
© Germany Travel

El salón de la Emperatriz.

El dormitorio del Káiser. La mayor parte del mobiliario del palacio partió con el Káiser hacia su exilio en Huis Doorn.

A principios de junio, no obstante, el Káiser volvía a partir, pero esta vez hacia el norte, para asistir a la Kiel Woche, la célebre semana de regatas celebrada en Kiel. Allí se reunían a principios de junio, desde que en 1882 se inaugurara el certamen, aristócratas y ricos industriales, muchos de ellos británicos y americanos, para ver y ser vistos. 

LKiel Woche había sido promovida por el amigo de Wilhelm II, el empresario naviero de origen judío Albert Ballin, se inspiraba en la Cowes Weekencajaba perfectamente con la personalidad del Káiser, pues satisfacía a la vez su pasión por el mar y su admiración-envidia hacia el mundo anglo-sajón. El propio Káiser competía a bordo de su yate de vela, el Meteor, aunque rara vez ganaba y usualmente se mareaba. En 1914, Wilhelm II había gastado más de 6 millones de marcos de su fortuna personal en las regatas, pero no había conseguido que la aristocracia prusiana (más terrateniente que navegante) dejara de considerar la Kiel Woche como un evento eminentemente burgués.

Una vez pasada la semana de regatas, toda la familia imperial se instalaba en el coqueto castillo de Bad Homburg, una pequeña ciudad balnearia. Allí era frecuente que el Káiser recibiera visitas de la realeza extranjera, en especial del príncipe de Gales, luego Edward VII, con quien tenia una relación bastante difícil.
El castillo de Bad Homburg.

El mes de julio estaba dedicado casi exclusivamente a la Nordlandreise, el crucero por los fiordos noruegos a bordo del yate imperial Hohenzollern, tradición empezada en 1889 y que también seguía al zar Nicolás II a bordo de su yate Standart. El crucero estaba destinado a relajar los nervios del Káiser y alejarlo de la política y de la etiqueta de la corte, su familia casi nunca lo acompañaba, solía pasar el mes de julio de el pequeño palacete de Cadinen, cerca de la costa báltica. Sin embargo, Wilhelm II acostumbraba a terminar el crucero más nervioso que al principio y el séquito acababa necesitando unas vacaciones para recuperarse de las vacaciones.

El Hohenzollern, botado en 1892. Era el mayor yate del mundo después del del zar.

Después del crucero, el Káiser no volvía a Potsdam. Hasta 1895 dedicaba buena parte del mes de agosto a visitar a sus parientes ingleses y sobre todo a asistir a la Cowes Week (equivalente y antecesora de la Kiel Woche) donde la rivalidad entre el Káiser y el Príncipe de Gales (futuro Edward VII) estaba a la orden del día. Después de 1895, Wilhelm II pasaba junto con su creciente familia casi todo el mes de agosto en el castillo de Wilhelmshöhe, encantadora residencia rodeada de un amplio parque a las afueras de Kassel.

Castillo de Wihelmshöhe a inicios del siglo XX. La mayoría de los interiores resultaron destruidos durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial.

El castillo de Wilhelmshöhe fue reconstruido después de la guerra, pero sin la cúpula.
© WowKassel

Del amplio parque de Wilhelmshöhe, solo una pequeña parte era cerrada al público durante las estancias de la Familia Imperial.
© European Garden Heritage Network
  
La desaparecida Hortensiensaal.

La Familia Imperial dejaba Wilhelmshöhe justo a tiempo para asistir al gran desfile militar de Tempelhof en Berlín a inicios de setiembre. Después seguían otras muchas maniobras militares y desfiles que duraban hasta mediados de mes. Cuando terminaban, el Káiser se dirigía a sus pabellones de caza de Rominten o Cadinen en la Prusia Oriental, únicos lugares en los que realmente descansaba. Los ministros tenían que hacer, pues, un largo viaje para preparar los presupuestos y el programa de construcción de la Kaiserliche Marine, que por lo general siempre se decidían en Rominten. A mediados de octubre Wilhelm II volvía a estar en Potsdam.

El pabellón de caza de Rominten, destruido durante la Segunda Guerra Mundial.

En noviembre volvía a partir, primero al castillo de Liebenberg, propiedad de su mejor amigo el príncipe de Eulenburg y, después de su caída en desgracia en 1906 a Donaueschingen, mansión de príncipe de Fürstenberg. Luego venían las cacerías de la corte, inmensos eventos con más de treinta invitados celebradas en los cotos de caza de la corona (Letzlingen, Göhrde, Springe y Königswusterhausen). Y finalmente las visitas (también con temática cinegética) a los riquísimos nobles de Silesia en sus inmensas propiedades, como al conde von Donnersmarck en Neudeck,  al príncipe de Hohenlohe y duque de Ujest en Slawentzitz o al príncipe de Pless en Pless.

El castillo de Donaueschingen, aún propiedad del Príncipe de Fürstenberg.

El castillo de Slawentzitz, incendiado por el Ejército Rojo durante su avance hacia Berlin en 1945.

El castillo de Pless, uno de los pocos grandes castillos de Silesia que sobrevivieron a la guerra y que ahora puede visitarse como un museo. Indispensable.

La segunda semana de diciembre el Káiser volvía a estar en el Neues Palais de Potsdam donde cada año se celebraba la Navidad con la familia. Seis días después se partía hacia Berlín y el ciclo volvía a empezar.

La Navidad familiar en la Grottensaal.
© SPSG

La Grottensaal del Neues Palais.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Chez-moi: Palais Brühl.

Festsaal (1742) Palais Brühl, Dresde, Alemania.
Suntuoso salón de fiestas del palacio que el Conde Heinrich von Brühl (1700-1763), primer ministro y poderosísimo cortesano de August II de Sajonia y III de Polonia. Obra temprana que muestra la exportación del rococó francés a suelo germano. La sala destaca por la verticalidad de sus ventanales (exagerada en la pintura) que acentúan su repetición en horizontal, por los aún tímidos motivos rocaille y por el magnifico fresco de Louis de Silvestre representando Belerofonte venciendo a Quimera. En 1900, el Palais Brühl fue demolido para erigir la nueva sede del parlamento sajón. El salón fue desmontado y traslado a la Kunstgewerbeschule (Escuela de Bellas Artes), donde pereció como la mayor parte de la Vieja Dresde durante los bombardeos del 13 al 15 de febrero de 1945.