sábado, 19 de abril de 2014

Algo sobre Versailles: la desaparecida Grotte de Thétis.

Louis XIV visitó por primera vez Versailles en 1651, con 13 años, se dice que fue entonces cuando tuvo lo que en francés se llama el coup de foudre (el flechazo en español). Su relación sería la más larga y prolífica que jamás tuvo el monarca francés.

Pero la historia del château se había iniciado mucho antes. Fue Louis XIII, quien en 1623 mandó erigir un modesto pabellón. El monarca, aficionado a la caza, estaba francamente cansado de tener que pasar la noche en albergues y hostales cuando la partida de caza se alargaba y era demasiado tarde para volver al Louvre (hemos de pensar que la distancia entre Versailles y Paris era de más de 4 horas). Por otro lado, a Louis XIII siempre le había gustado esa área situada al suroeste de Paris porque, aunque pantanosa, la caza era espléndida. A si pues, al lado del diminuto pueblecito de Versailles se levantó el nuevo pabellón de caza del Rey. Por aquel entonces en Versailles solo había unas pocas casas, una iglesia y varios molinos, pero el pueblecito estaba al lado de la importante ruta comercial que unía la capital con la Normandía. Como diríamos hoy en día, Versailles estaba bien comunicado.
Louis XIII pintado hacia 1622 por Rubens.

A pesar de que la decisión de Louis XIII haría entrar el nombre de Versailles en los libros de Historia, el modesto pabellón se parecía más a la casa de un gentilhombre de provincias que a la residencia del Rey de Francia y Navarra. El edificio seguía la típica planta en forma de U del château francés, con un muro que cerraba el patio, estaba construido en ladrillo y tenía un pequeño foso que lo rodeaba (más como una tradición que como elemento defensivo). El Rey tenía sus estancias en el primer piso del edificio central, el ala sur alojaba el guardamuebles, la norte las cocinas y el conserje y en las buhardillas había pequeñas habitaciones para alojar a los miembros del séquito. Al mismo tiempo que el castillo, en la parte posterior también se creó un jardín “à l’italienne” que se cercó con un muro.
El modesto primer pabellón de Louis XIII (1623-1624), hasta la fecha no se conoce su arquitecto.


Durante casi diez años esta modesta edificación fue la que usó Louis XIII. Pero finalmente en 1631 decidió encargar al arquitecto Philibert Le Roy un necesitado lifting. Solo la parte central fue conservada, las alas laterales se reconstruyeron al mismo nivel que la central, las puertas y las ventanas se enmarcaron en piedra calcárea, se construyeron cuatro pabellones en los ángulos del edificio y el muro que cerraba el patio se substituyó por una arcada. Ese fue el edificio que Louis XIII siguió usando hasta su muerte, acontecida el 14 de mayo de 1643 en el castillo de Saint-Germain-en-Laye.
El remozado segundo pabellón de Louis XIII.

Ocho años tardó el jovencísimo Louis XIV en volver a visitar el pabellón de su padre. Las visitas a Versailles fueron cada vez más frecuentes y en él, el joven Louis XIV descubrió la caza, la naturaleza, su afición por la arquitectura y su pasión por las mujeres. El joven monarca visitó con frecuencia el palacete con su joven amante Louise de La Vallière, pero tuvo que esperar diez años para poder plasmar la grandiosa visión que tenía de la arquitectura de su reinado.
Louis XIV pintado hacia 1654 por Justus van Egmont.

Louis XIV con 23 años, pintado por Charles Le Brun. 

En 1661, murió el Cardenal Mazarin, primer ministro del reino desde la muerte de Louis XIII. Louis XIV fue declarado entonces mayor de edad y dejó claro su deseo de gobernar sin primer ministro, él y sólo él sería el gobernante de Francia, como se recogió en la cita apócrifa de “l’État c’est moi”. Ese mismo año, Louis XIV encargó la reforma integral del palacete a los autores que habían construido el célebre Château de Vaux le Vicomte para el malogrado ministro de finanzas Nicolas Fouquet. Los autores eran: el arquitecto Louis Le Vau, gran emblema del barroco francés; Charles Le Brun pintor y decorador y André Le Notre, afamado paisajista responsable de revolucionar el arte de la jardinería creando el jardín “à la française”.
El diminuto pueblo de Versailles junto a la, cada vez mayor, propiedad real (1664).
© RMN-Grand Palais (Château de Versailles).

La obras en el château se iniciaron, pues, el mismo mes de mayo en que el Cardenal Mazarin murió. Pero Louis XIV llevaba ya muchos años meditando el proyecto. En primer lugar, Louis Le Vau triplicó la superficie del castillo construyendo dos largas alas que albergaron los establos (al sur) y las cocinas y servicios (al norte). Las dos nuevas alas alargaban el patio de entrada, creando un segundo espacio que luego se conocería como Cour Royale y que se cerró con una nueva verja.
Las nuevas alas del servicio y el nuevo patio.

Una vez liberado el viejo château de los servicios, se pudo proceder a su completo remozamiento. La espartanas fachadas del reinado de Louis XIII mantuvieron su característico ladrillo rojizo, pero se añadieron bustos de mármol de antiguos emperadores romanos, las ventanas se agrandaron para convertirse en amplias puerta-ventanas y en el tejado se colocaron pots à feu y elaboradas decoraciones en plomo dorado.
El antiguo patio del viejo château, hoy llamada Cour de Marbre, conserva, a excepción de la parte central, el aspecto que tuvo en 1664.

Fachada del palacete hacia el jardín (1664), según el gravado de Israël Silvestre.
© RMN-Grand Palais (Château de Versailles) - Gérard Blot.

También la distribución interior del edificio sufrió importantes modificaciones. Versailles ya no era el lugar para las escapadas con Madame de La Vallière o el pequeño palacete para retirarse durante las jornadas de caza. Versailles sería ahora la residencia de campo, la maison d’agrément, del Rey de Francia, muestra de su juvenil ímpetu. En ella se celebrarían fiestas, almuerzos, cenas, fuegos de artificio….Louis XIV pretendía, por lo tanto, alojar en el exiguo pabellón de su padre a su esposa la reina Marie Thèrese (hija de Felipe IV de España, por cierto), a los hijos del matrimonio (uno por aquel entonces, Louis de France), a la reina madre Anne d’Autriche (en este caso hermana de Felipe IV), a Philippe, Duque de Orléans (hermano del Rey), a su esposa la Duquesa de Orléans y a la llamada Grande Mademoiselle (prima del Rey). En resumen, a la Familia Real al completo.

Pero una vez vaciado el palacete de las áreas del servicio, Le Vau pudo proceder a una completa reorganización. En primer lugar, para mejorar la distribución, construyó un elaborado balcón de hierro forjado y dorado que rodeaba el edificio por todo el primer piso, el balcón serviría de pasadizo (que no se podía construir en el interior), en segundo lugar eliminó la escalera central y proyectó dos escaleras nuevas, una en cada ala, y finalmente añadió dos pequeñas torrecitas en los ángulos del patio interior que servían de pasaje. Así pues, todos los miembros de la Familia Real poseían su appartement, compuesto esencialmente por una antecámara, una cámara y un gabinete. Las tareas de decoración no se pudieron dar por finalizadas hasta 1665.
Plano del palacete de Versailles (1668) - 1- Patio del viejo castillo (luego Cour de Marbre). Planta baja: 2- Vestíbulo; 3- Appartement bas del Rey (estancias de diario); 4- Appartement de la Grande Mademoiselle; 5- Appartement de la Reina Madre; 6- Appartement de los Duques de Orléans; 7- Sala de la Guardia; 8- Capilla. Primer piso: 2- Salón 3- Appartement de Louis de France, el Delfín; 5- Appartement de la Reina; 6- Appartement del Rey (usado para guardar las colecciones de pinturas y objetos preciosos); 7- Salón de Billar. Anexos: 9- Nuevo patio (futura Cour Royale); 10- Pabellón de los establos; 11- Cobertizo para los carruajes; 12- Pabellón de los servicios y la cocina; 13- Cuerpo de guardia; 14- Grotte de Thétis

Mientras tanto los jardines también seguían su particular metamorfosis y Louis XIV multiplicaba las estancias en Versailles, a pesar de que la sede oficial de la Corte continuaba siento el Louvre.

Pero las intenciones del Rey de convertir el palacete que había construido Louis XIII en una residencia real de campo no gozaban de especial simpatía entre los nobles del séquito real, que se veían obligados a alojarse como podían en pequeños albergues lejos de todas las comodidades que ofrecían sus mansiones de Paris. El ingenioso Duque de Saint-Simon, siempre muy crítico con Louis XIV, describió así el lugar: “Versailles, lugar ingrato, triste, sin vistas, sin bosques, sin agua, sin tierra porque todo son arenas movedizas o pantanos, sin aire, en resumen: no es adecuado.” También el nuevo, y estricto, superintendente de finanzas, Jean-Baptiste Colbert, lamentaba la gran cantidad de dinero invertido en la nueva obsesión del Rey “Durante todo el tiempo que Su Majestad a gastando grandes sumas de dinero en esta residencia, ella ha descuidado el Louvre, que es, seguramente, el palacio más magnífico que hay en el mundo […] que pena […] que el más glorioso de los reyes deba valorarse por lo que construye en Versailles”.

Pero Louis XIV no se dio por vencido. En mayo de 1664, celebró lo que se puede considerar como la inauguración de Versailles: los Plaisirs de l’Île Enchantée. Los Plaisirs fueron un conjunto de juegos, carreras, carruseles, banquetes, ballets, representaciones teatrales, fuegos de artificios y juegos de azar que se desarrollaron del miércoles 7 al miércoles 14 de mayo. Fue la consagración del nuevo château, cuyo único fin era, por aquel entonces, el disfrute y el reposo del Rey.
Plaisir de l'Île Enchantée, representación del ballet Alceste de Lully; se puede apreciar muy bien como era el patio del château.

Un año después, comenzó la construcción de aquello que quizás mejor represente la exuberancia de este primer Versailles de Louis XIV: la llamada Grotte de Thétis. La gruta (o grotta) tenía su origen en la Italia  de mediados del siglo XVI. En pleno Manierismo, aparecieron las grutas artificiales en los jardines: pabellones que evocaban a las ruinas antiguas o a las excavaciones en la campiña romana. Su función era incitar a la meditación, al reposo, conectar con lo primigenio de la naturaleza y, también, servir de lugar para encuentros galantes. Su arquitectura era predominantemente tosca, rústica, con decoraciones que imitaban las cuevas o bien el fondo marino; y casi siempre había una fuente, se dice que para incitar al recogimiento, aunque también para ahogar el ruido de las conversaciones privadas. Fue en Fontainebleau donde François I mandó construir la primera gruta de Francia, obra del italiano Primaticcio.

Terminada en 1666, la nueva Grotte de Thétis de Louis XIV tenía también un sentido práctico, se trataba de un edificio cúbico, en cuya parte superior había una gran cisterna, y en la inferior se encontraba la gruta propiamente dicha. La fachada presentaba casi ningún elemento arquitectónico y en ella predominaban elaborados bajorrelieves y tondi que alternaban con paneles “de glaçon” que imitaban la roca sin pulir de las cuevas.
Fachada de la Grotte de Thétis.
© RMN-Grand Palais (Château de Versailles).

Planta de la gruta donde se puede apreciar el elaborado pavimento de mármol de colores.
© RMN-Grand Palais (Château de Versailles) - Gérard Blot.

Pero el verdadero interés de la gruta estaba en el interior. Dividido en dos pórticos y tres naves, el interior presentaba altos techos abovedados y todos los muros completamente recubiertos de conchas de colores y de guijarros. Cuatro piletas de mármol en forma de concha decoraban los pilares de los que emergían esculturas de faunos y ninfas y unas máscaras hechas con conchas de colores servían de surtidores para las fuentes. La decoración de este primer pórtico se completaba con dos esculturas en los nichos de los extremos de Acis y Galatea obra de Jean-Baptiste Tuby. El segundo pórtico, el más interior, era ligeramente más estrecho y su principal característica eran tres grandes grupos escultóricos. En la nave central había “Apolo servido por las ninfas de Thétis”, en la nave izquierda “Los caballos mansos atendidos por dos tritones” y en la derecha “Los caballos feroces atendidos por dos tritones”. Todo el conjunto se completaba con un elaborado órgano hidráulico escondido detrás de la escultura de Apolo.
Una de las piletas y la elaborada decoración de los pilares.
© RMN-Grand Palais (Château de Versailles) - Gérard Blot.

Diseños para los mascarones hechos con conchas.
© RMN-Grand Palais (Château de Versailles) - Gérard Blot.

Vista interior de la gruta con los grupos escultóricos de Apolo (se han omitido los dos pilares centrales).
© RMN-Grand Palais (Château de Versailles) - Gérard Blot.

La iconografía que había guiado la selección de las obras y los motivos decorativos hacía hincapié en el descanso del Rey, función principal del este primer Versailles. Así pues, tanto los relieves de la fachada, como las esculturas en el interior hacían referencia al Rey (representado como Apolo, Dios del Sol) descansando en brazos de su amante la Duquesa de La Vallière (representada por la nereida Thétis, dueña de la gruta donde reposa el dios).
"Apolo servido por las ninfas de Thétis" (1666-1675) obra de Girardon y Regnaudin. Hasta la finalización definitiva de la obra, en la gruta se instaló una versión en yeso.

La Grotte de Thétis fue destruida en 1685 para permitir la ampliación del palacio. La gruta del Château de Wideville nos permite imaginar como pudo ser su decoración.

Terminada en 1666, la Grotte de Thétis fue el elemento más exuberante de los jardines de Versailles, entonces en constante mutación. También fue una de las primeras veces que la iconografía versallesca estableció el paralelismo entre el Rey y el dios Apolo (ergo el Sol).

El llamado Grand Divertissement Royal celebrado el 18 de julio de 1668 puede considerarse como la fiesta de despedida de este primer Versailles. Louis XIV tenía entonces 30 años y hacia siete que había empezado la transformación del pabellón de caza de su padre, pero la visión que tenía de sí mismo y de la creación de su vida era aún mayor (la Segunda Campaña de Ampliación).
Durante el Grand Divertissement la gruta sirvió de telón de fondo en numerosas representaciones.
© RMN-Grand Palais (Château de Versailles) - Gérard Blot.

Versailles en 1668, por Pierre Patel.
Viendo el famoso cuadro de Patel que representa Versailles en 1668, uno casi siente cierta lástima por la desaparición de tan encantador edificio. Louis XIV pasó en él la mayor parte de su veintena y, quizás, la etapa más feliz de su vida. El primer Versailles fue el de la belleza por encima de la monumentalidad, el de la exuberancia en vez de la rigidez, el de los placeres por encima del deber. En otras palabras, fue la flor antes del fruto.  

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