lunes, 9 de junio de 2014

Los mitos del Castillo de Drácula (primera parte).


Hace unos meses apareció en los periódicos la curiosa noticia sobre la venta del “castillo de Drácula”. Se trataba evidentemente de una técnica publicitaria, pues los artículos hacían referencia al Castelul Bran (Castillo de Bran) en Rumanía, que usualmente se ha identificando como el edificio que inspiró al irlandés Bram Stoker para describir la residencia del protagonista de la magna obra Dracula (1897). Difícil, pues se sabe que Stoker nunca visitó Rumanía. Algunos, no obstante, han preferido argumentar que Bran sirvió de modelo para el castillo de Drácula porque fue residencia y propiedad de Vlad III Dracula, Príncipe de Valaquia, conocido como Vlad “Tepes” (Vlad “el Empalador”) que perece ser que inspiró al Conde Drácula de la novela.
La "tétrica" silueta emerge entre los bosques del sur de Transilvania.

Sea como sea, lo cierto es que cada año miles de turistas visitan el Castillo de Bran bajo el reclamo simplón de que es “el Castillo de Drácula”, en él esperan encontrar historias macabras, supersticiones, interiores tétricos y una bonita tienda de souvenirs. Los historiadores sabemos, no obstante, que entre los tópicos que se venden al turismo de masa y la realidad histórica suele haber un abismo. Veamos, pues, la verdadera historia del Castillo de Bran y de su célebre propietario.
Sofisticado sistema de iluminación nocturna para darle un aire más fantasmagórico.

La historia del castillo de Bran empezó en 1377, ese año Lajos I de Anjou, Rey de Hungría, decidió construir una fortaleza encima del promontorio rocoso de Bran, las razones eran militares y económicas. En primer lugar el Imperio Otomano empezaba a amenazar la frontera sureste del reino y en segundo lugar, por la Garganta de Bran pasaba la más importante ruta comercial que unía Valaquia (sur) con Transilvania (norte). La protección de dicha ruta comercial implicaba, además, el cobro de nuevos impuestos y aduanas, con lo que la nueva guarnición de Bran podía ser en el fondo muy lucrativa. Pronto se constituyó un mayorazgo para el castillo, que incluía once pueblos, y se nombró a un señor, que pasó a ejercer las funciones del Rey en la región y, muy importante, a recibir un 3% del cobro de los impuestos.
Europa a inicios del siglo XV, Transilvania se encuentra justo al norte de Valaquia y por aquel entonces formaba parte del Reino de Hungría.

A finales del siglo XIV, el Rey de Hungría cedió Bran al Príncipe de Valaquia, con la intención de que bajo su control pudiera ejercer una resistencia más eficiente contra el invasor otomano. No obstante, parece ser que los constantes abusos de poder de los señores feudales favorecieron que el rey Zisgmond I otorgara la propiedad al Príncipe de Transilvania en 1419. Mientras tanto Valaquia sucumbía al poderío turco y en 1417 aceptaba convertirse en un estado vasallo del Imperio Otomano.

Décadas más tarde, Valaquia se hallaba sumida en una guerra civil que enfrentaba a las familias rivales Daneshti y Draculeshti (que quería decir “del dragón”). En agosto de 1456, el entonces príncipe Vladislav II Daneshti murió a manos de su rival Vlad III Dracul, que se proclamó nuevo príncipe e inició su reinado (1456-1462). Vlad III, que la historia apodaría Vlad “el Empalador” por su afición a empalar a sus enemigos y prisioneros (que hasta entonces no había sido una técnica de ejecución muy popular), fue un gobernante sin escrúpulos aunque hábil. Luchó ferozmente contra las tropas otomanas en un intento por recuperar la completa independencia de su principado, también tuvo que enfrentarse a su vecino del norte, el Príncipe de Transilvania, y a las cambiantes alianzas del Rey de Hungría. Asimismo, llevó a cabo una auténtica purga contra los boyardos (nobles), a los que acusaba de cuestionar su poder y sus prerrogativas, de empobrecer al país con sus continuas luchas internas y de haber traicionado a su padre Vlad II en 1442, cosa que había obligado al joven príncipe a tener que exiliarse a Edirne.
El Principado de Valaquia durante el reinado de Vlad III. Bran se encuentra en la zona central de la frontera norte.

Las crónicas nos has dejado la imagen de un personaje sanguinario, aunque son fuentes, como en el caso de los emperadores romanos, excesivamente parciales. Se dice que el propio sultán Mehmed II, que también tenía fama de sanguinario, quedó conmocionado al ver cerca de 20.000 turcos empalados fuera de las murallas de Targovishte, la capital de Vlad. Es difícil saber hasta qué punto las sanguinarias historias son ciertas, aunque el uso metódico del terror mezclado con la crueldad irracional fueron ampliamente usados como sistema de control por distintos gobernantes a lo largo de toda la Edad Media.
Copia de un supuesto retrato de Vlad III que se halla en la famosa colección de los Habsburgo en el Schloss Ambras.

La "prensa" germana fue especialmente activa narrando los barbaridades de Vlad "el Empalador"; aún se nos escapa el porqué.

De Vlad III se suelen obviar, sin embargo, sus actividades constructoras, se sabe que financió la construcción de numerosas iglesias y monasterios, que mejoró la red de caminos para favorecer el comercio y que se aseguró de establecer una administración más eficiente y menos clientelar y de disminuir el crimen y la inseguridad.

¿Y qué tiene que ver todo esto con el castillo de Bran? Pues poco, la verdad. Al estar Bran cerca de la frontera entre Valaquia y Transilvania fue objeto de serias disputas. En 1459, los sajones de Transilvania exigieron un aumento de las tasas comerciales y, además, empezaron a apoyar al rival de Vlad III en el trono valaquio. En el invierno de ese año, las tropas de Vlad cruzaron la Garganta de Bran rumbo hacia la floreciente ciudad comercial de Brasov (unos kilómetros más al norte, aunque en territorio transilvano), allí quemaron los suburbios y la vieja iglesia de San Bartolomé y empalaron a varios centenares de sajones transilvanos. Si Vlad “el Empalador” llegó a residir o siquiera a poner un pie en el castillo de Bran ya es cosa de nuestra imaginación.

No obstante, el turista o la cultura popular suelen olvidar los auténticos restos pétreos que aún permanecen en pie y que se pueden conectar con la vida de Vlad III. En su capital de Targovishte, se pueden ver las ruinas de su palacio, un complejo de edificios que contenía varias capillas y un gran salón de banquetes, pero es poco espectacular. El auténtico castillo (o quizás mejor, fortaleza) de Vlad “el Empalador” se encuentra en Poenari, la fortaleza se construyó en un escarpado promontorio encima del valle del rio Argesh y fue una elaboradísima obra de ingeniería, aunque, una vez más, de ella solo quedan las ruinas.
Ruinas de la Fortaleza de Poenari, también visitada, aunque mucho menos que Bran, por los aficionados al turismo vampírico.

El final de Vlad llegó en 1462. Viajó hasta Budapest para pedir al rey Mátyás I de Hungría dinero para financiar sus continuas campañas, pero ignorante de la compleja política a nivel internacional y del carácter maquiavélico del Rey, fue enviado al calabozo, de él salió en 1476 tras convencer al Rey de que recuperar el trono sería bueno para contener a los otomanos. Pero su último reinado fue corto, a finales de ese mismo año fue capturado y ejecutado en las afueras de Bucarest por hombres del Sultán con la complicidad de su rival Basarab III de Valaquia.

Mientras tanto la historia de Bran siguió su curso, en 1498, el castillo (y su derecho cobrar impuestos) fue adquirido por los boyardos de Brasov; las relaciones entre la ciudad y el castillo y sus siervos fueron a veces tensas y las revueltas por los abusos de poder fueron frecuentes. Asimismo, también fueron frecuentes los encontronazos entre la ciudad de Brasov y el Príncipe de Transilvania por la propiedad del castillo de Bran, no obstante, es cierto que la relación Brasov-Bran fue económicamente muy productiva.

Paralelamente, el Reino de Hungría sucumbía ante el poderío otomano, la Batalla de Mohács (1526) selló de destino de Hungría, que fue incorporada el Imperio Otomano. A pesar, de ello, tanto Transilvania como Valaquia (que se habían convertido en estados vasallos con anterioridad) conservaron en gran parte su autonomía y sus instituciones.
El Imperio Otomano dueño de los Balcanes a mediados del siglo XVII. Transilvania y Valaquia rodeadas de los distintos eyalatos (provincias) otomanas. El punto rojo indica la localización aproximada de Bran.

Al estar situado en la frontera entre Valaquia y Transilvania, Bran fue a veces protagonista en las frecuentes luchas que enfrentaron a los príncipes de ambas regiones entre ellos y contra los húngaros o los otomanos. Numerosas escaramuzas tuvieron lugar en Bran, sin ser ninguna de ellas relevante. Bran cambió frecuentemente de bando, en función de los intereses comerciales de la villa de Brasov, y, en varias, ocasiones el castillo y su propiedad fueron confiscados ya fuera por necesidades militares o como castigo por las “malas alianzas” de la ciudad. La cesión definitiva del castillo a la villa de Brasov no se produjo hasta que, en 1651, Gheorghe Rákóczy, Príncipe de Transilvania, firmó un documento al respecto. Progresivamente el castillo fue adquiriendo una labor más administrativa y menos militar.

El desquite contra los otomanos no vino hasta finales del siglo XVII, bajo el liderazgo del famoso general, el príncipe Eugen von Saboyen. Después de que los turcos fracasaran en su asedio a Viena en 1683, Leopold I de Habsburgo, Sacro Emperador Germano, le encargó que recuperara Hungría. En 1686, se recuperó Buda (futura Budapest) y en 1697, la derrota turca en la Batalla de Zenta permitió recuperar el Principado de Transilvania (y Brasov y Bran). Transilvania se integró en el Reino de Hungría, que a su vez lo hizo en las posesiones de la Casa de los Habsburgo o Monarquía Habsbúrgica, pero con el llamado “Leopoldine Diploma”, el emperador reconoció todos los privilegios e instituciones transilvanas.
Europa a inicios del siglo XVIII, con los Habsburgo dueños de Hungría y Transilvania.

A partir de entonces, muchas de las ciudades y lugares usaron sus nombres alemanes como Kronstadt/Brasov, Törzburg/Bran, o la capital de Transilvania, Sibiu, que fue conocida como Hermannstadt.
Pocas cosas ocurrieron en Törzburg/Bran hasta 1836, en ese año, la frontera con el Imperio Otomano fue movida más hacia el sur, montañas arriba; y la aduana se trasladó a Fundata. En 1836, se sabe que alrededor del castillo existía el edificio de la aduna y sus oficinas, una posada, una capilla, una oficina de correos y una pequeño jardín para el castellano.
Bran en un gravado de mediados del siglo XIX.

Postal fotográfica de Bran con su nombre en alemán, Törzburg, finales del siglo XIX.

Mientras tanto, la función militar del castillo se había quedado obsoleta, la Monarquía Habsbúrgica, convertida en Imperio Austríaco en 1804, había pasado de la defensa al ataque y con el Imperio Otomano en decadencia, la fortaleza de Bran parecía ahora irrelevante. Pero la turbulenta región de los Balcanes evolucionaba. Las antaño etnias del Imperio Otomano proclamaron una tras otra su independencia y como no se aguantaban entre ellas se disputaron  frecuentemente el territorio. En 1866 se fundó el Principado de Rumanía (unión de Valaquia y Moldavia), que en 1881 se transformó en reino.

Durante la Guerra Ruso-Turca (1877-1878) se escribió la última página de la historia militar de Bran; aunque Austria permaneció neutral, desconfiaba de las intenciones de Rumanía que reclamaba Transilvania como parte de su territorio “nacional”.  Austria no pensaba satisfacer dichas reclamaciones y ordenó preparar sus fortalezas de la frontera. El ejercito “alquiló temporalmente” la fortaleza y procedió a preparar sus defensas; con los muros gruesos y firmes no había problema, pero como la fortaleza podía ser bombardeada desde posiciones más elevadas se decidió reparar los techos, cuyas goteras ya habían deteriorado seriamente algunas de las edificaciones. A causa de problemas burocráticos y financieros las reparaciones no se llevaron a cabo hasta 1883-1886. Dos años después el ejército “devolvió” el castillo de Bran a la ciudad de Brasov y en él se instalaron los guardabosques y también se adecuaron algunas estancias para almacenar verduras.
El Imperio Austro-húngaro a finales del siglo XIX, Kronstadt/Brasov se encuentra en el extremo oriental. Para la mayoría de los europeos "la civilización" terminaba en Budapest, más allá se extendían amplias llanuras y angostos valles repletos de supersticiones y gente con extrañas tradiciones.

Convertido en poco más que un almacén, al "tétrico" castillo de Bran le faltaban solo unos años, sin embargo, para pasar a la Historia. En 1897, Bram Stoker publicó Dracula.

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