sábado, 27 de junio de 2015

La boda del siglo: Marie-Antoinette se casa con el dauphin Louis-Auguste de Francia (segunda parte).


El martes 15 de mayo, toda la Corte de Francia con el Rey y los prometidos a la cabeza deja La Compiègne rumbo a Paris. Como en etapas anteriores la muchedumbre obstruye los caminos y las plazas de los puebles y los gritos de “Vive la Dauhine! Vive le Dauphin!” son constantes. Poco después del mediodía el cortejo llega a la pequeña población de Saint-Denis, situada al norte de Paris (hoy en día un suburbio de la capital francesa). El objetivo no es visitar la suntuosa necrópolis de los reyes de Francia en la Abadía de Saint-Denis, no habría sido una visita muy adecuada en vísperas de una boda, sino hacer una parada en el Convento de la Carmelitas. Allí se encuentra la princesa Louise, hija del Rey y por lo tanto otra tía política de Marie-Antoinette (junto con las Mesdames ya citadas). La joven princesa, había sorprendido a toda Francia cuando, a principios de año, había hecho saber a su padre que deseaba ingresar en un convento, pero no con el rango de abadesa (como era habitual en la caso de la princesas) sino como una monja más y además, en el convento de la Carmelitas, una orden especialmente conocida por su rigor y dureza. Al parecer, la joven, que tenía 33 años, estaba cansada (al contrario que sus hermanas) de los chismorreos versallescos y deseaba “rezar para expiar los pecados de mi padre”.
La Familia Real con retratos pintados más o menos hacia 1770. La Reina y los padres del Dauphin murieron años antes de la celebración de la boda.
Retratos © RMN-Photo.

Después de esta visita relámpago, el cortejo sigue, pero no entra en Paris, demasiado masificado, sino que lo rodea. La entrada oficial a la capital se hará más solemnemente otro día. Esta decisión no impide que los habitantes de la ciudad se concentren en los boulevards de circunvalación para saludar a la prometida y al resto de miembros de la Familia Real. Lo más impresionante, según los cronistas, es que el cortejo avance por los boulevards entre una doble hilera de los suntuosos carruajes de las “damas de Paris” (entiéndase damas distinguidas pero no aristócratas, sino de la burguesía).  Este despliegue de fastos anuncia ya las celebraciones que están por venir.

Al atardecer, la Familia Real llega al Château de La Muette, pequeño palacete a las puertas de la capital que el Rey aprecia por su carácter íntimo, pero que había cedido en 1764 al Dauphin para su uso y disfrute. Allí le presentan a Marie-Antoinette algunos miembros de la Familia Real que no estaban en La Compiègne, en concreto los otros nietos de Rey (y hermanos de su futuro marido), el Conde de Provence, el Conde de Artois y la princesa Clothilde (futura esposa de Carlo Emanuele IV de Savoia).
Mapa de Cassini representando Paris hacia 1750. El punto lila es Saint-Denis, el rojo La Muette y el verde Versailles.

El Château de La Muette pintado por Charles Leopold van Grevenbroeck hacia 1740. Era el segundo castillo que se erigía en ese mismo lugar. Mutilado durante la Revolución, fue reconstruido más tarde y derribado hacia 1920. La puerta al fondo la calle corresponde más o menos a la actual localización del Palais de Chaillot

Por la noche se celebra una cena de 40 cubiertos en la que la joven Dauphine se encuentra por primera vez con la Condesa Dubarry, amante del Rey. La anécdota dice que cuando Marie-Antoinette le pregunta a la Condesa de Noialles "¿quién es esa mujer?" ésta responde “está aquí para distraer al Rey” y la inocente Dauphine replica: “entonces voy a ser su rival”.
La Condesa Du Barry pintada en por François-Hubert Drouais. A pesar de su aspecto angelical, Jeanne Bécu fue una experta "prostituta de lujo" antes de convertirse en amante real.

Hacia la 1 de la noche, toda la Familia Real abandona La Muette rumbo a Versailles, a excepción de la Dauphine, que permanece en el castillo con su séquito. Antes de partir el Rey le hace entrega de una suntuosa parure de diamantes y de las joyas de la anterior Dauphine, Marie-Josèphe de Saxe (madre de su prometido).

VERSAILLES, CAPUT MUNDI

El soleado miércoles 16, Marie-Antoinette, vestida en una très-grand-negligé (algo así como un vestido de día, nada que ver con la negligé actual), parte del castillo de La Muette para llegar finalmente a Versailles sobre las diez. Una vez más los caminos están repletos de gente y de carruajes. El cortejo llega al palacio entre los redobles de tambores de las hileras de Gardes Françaises y Gardes Suisses.

La tradición de la Corte dicta que cuando una reina muere, su appartement debe ser inmediatamente habitado por la Dauphine, aunque ésta no sea aún reina. A su llegada a Versailles, Marie-Antoinette debía haberse alojado, por lo tanto en el suntuoso Appartement de la Reine que hoy en día miles de personas visitan atolondrada y apresuradamente. Pero la reina Marie Leszczynska ha muerto en 1768, su appartement lleva más de dos años cerrado y su puesta a punto aún no ha terminado. Marie-Antoinette será alojada hasta el año próximo (1771) en el actual Appartement du Dauphin en la planta baja, su futuro esposo ocupa desde hace pocos meses el appartement contiguo (actual Appartement de la Dauphine).
La Cour de Marbre de Versailles.
1- Cour Royale; 2- Cour de Marbre;
Appartement de Marie-Antoinette (actual Appartement du Dauphin)
3- Primera Antecámara; 4- Segunda Antecámara; 5- Salon des Nobles; 6- Cámara o dormitorio; 7- Grand Cabinet; 8- Cabinet y letrina; 9- Pequeño comedor;
Appartement del dauphin Louis-Auguste (actual Appartement de la Dauphine)
10- Sala de guardias; 11- Primera Antecámara; 12- Segunda Antecámara; 13- Cámara o dormitorio; 14- Gabinete; 15- Biblioteca; 16- Escalera al futuro appartement de Marie-Antoinette en el primer piso; 17- Letrina; 18- Sala de baños;
19- Appartement de la princesa Adélaïde; 20- Appartement de la princesa Victoire; 21- Appartement de la princesa Sophie.  

Una vez en su nuevo appartement, Marie-Antoinette debe prepararse para la boda, empieza el ritual de la toilette, en el que la nueva dauphine es ceremoniosamente vestida. La toilette empieza bajo los órdenes de la Condesa de Noailles y se alarga varia horas. Mientras se desarrolla, Marie-Antoinette recibe varias visitas. El Rey (es privilegio de la Familia Real asistir a la toilette aunque la dauphine no esté completamente vestida ni peinada) llega y le presenta a un miembro de la familia que aún no conoce, la hermana menor de su esposo, la princesa Élisabeth. No imagina Marie-Antoinette que esa niña de apenas 6 años será uno de sus acompañantes más fieles durante las amargas horas de la Revolución. Más tarde son presentados el Conde de Clermont y la Princesa de Conti (princes de sang ausentes en la presentación de La Compiègne).

Mientras tanto el primer piso del palacio se empieza a llenar de gente. Por toda la Galerie des Glaces y el Grand Appartement se han instalado gradas para permitir al público observar el cortejo nupcial. Unas balaustradas separan, eso sí, a los espectadores de los protagonistas. En principio solo las damas con grand habit (gran traje de ceremonia), los caballeros de la Orden del Saint-Esprit y los asistentes con invitación (más de 5000!!) pueden entrar. Pero conforme avanza la mañana se da orden de relajar las normas y las damas bien vestidas “y acompañadas de un lacayo o de un hombre que les dé el brazo” también entran. Las mejor vestidas ocupan las gradas de la Galerie.

Mientras todo el mundo ocupa su lugar, el novio y la novia terminan de vestirse. Ella lleva un grand habit de seda plateada y brocado blanco bordado con hilo de plata (el dorado está exclusivamente reservado al Rey y a la Reina). El grand habit siempre se compone de tres partes: el grand corps (el torso y las mangas de encaje), el panier (en España el guardainfantes) y el bas de robe (la cola de tres a cinco metros).
No se ha conservado ningún atuendo regio anterior a la Revolución, sin embargo el vestido de Marie-Antoinette debió ser muy próximo al usado por la reina Sofie Magdalene de Suecia el día de su coronación en 1772.
© Livrustkammaren, Stockholm.

La cola debió medir entre 3 y 5 metros, en la Corte había un complejo reglamento (que por el momento ignoro) sobre la longitud de las colas.
© Livrustkammaren, Stockholm.

Él lleva el clásico grand habit masculino, también plateado y formado por un justaucorps (casaca) una veste (un chaleco abotonado y largo hasta media pierna) y unos culotte (calzones hasta la rodilla). Por los puños y el cuello sobresalen los bordados de la camisa de seda blanca. Encima de toda la vestimenta, el Dauphin lleva el cordon (banda) azul celeste de la Orden del Saint Esprit.
También el traje de Dauphin debió ser muy parecido al de la coronación del rey Gustav III de Suecia en 1772, pero sin los dorados (exclusivos del Rey) y con las puños más estrechos según la moda de finales de 1760s.
© Livrustkammaren, Stockholm.

CAMINO AL ALTAR

Cuando las respectivas toilettes han terminado, toda la Familia Real se reúne en el appartement del Rey en el primer piso. A la una en punto, el cortejo nupcial sale del Grand Cabinet du Roi rumbo a la capilla. Abre la marcha el Marqués de Dreux Brézé, Gran Maestro de Ceremonias, acompañado de su aide. Luego los prometidos, dándose la mano, inmediatamente detrás de la Dauphine, un paje sosteniendo la cola del vestido, después la Condesa de Noailles. A continuación los princes de sang acompañados de sus gentilhombres y el Conde de Provence y el Conde de Artois (hermanos del Dauphin). Les siguen el Rey, que marcha solo y que da paso a las damas: la princesa Clothilde (hermana del Dauphin), Mesdames (las hijas solteras del Rey), las princesses de sang y unas 70 damas de la Corte en grand habit. Cierran la marcha los principales cargos de la Casa del Rey.

El cortejo nupcial recorre la Galerie des Glaces y las ocho estancias que componen el Grand Appartement, todas repletas de elegantes damas y caballeros de Paris dispuestos en gradas. Hace años que no se ve tal suntuosidad en trajes y joyas. El cortejo desciende y entre el repicar de los tambores de la Garde Suisse, entra en la planta baja de la Chapelle Royale donde tienen lugar todas las misas extraordinarias.
Primer piso o piano nobile de Versailles hacia 1770 con los espacios citados en este artículo. El punto azul es el Grand Cabinet du Roi.

La Chapelle Royale de Versailles, la última aportación de Louis XIV a su amado palacio.

Gravado que representa la boda del anterior Dauphin en 1745, la boda de 1770 debió ser prácticamente idéntica a excepción de algunos cambios en la vestimenta de los participantes.
© RMN-Grand Palais (Château de Versailles) - Gérard Blot.

Los prometidos se sitúan en dos reclinatorios, justo delante de los escalones del altar. Bastante por detrás suyo se sitúa el Rey en su reclinatorio y encima de su tapis de pied (alfombra sobre la que solo podían estar los miembros de la Familia Real), detrás suyo los hermanos y hermana del Dauphin y Mesdames. Alrededor del tapis los princes y princesses de sang. Todos ellos con reclinatorio.

El resto de los miembros de la Corte permanecen de pie, sin excepción, y situados en altísimas gradas que se han erigido en ambos pisos de la capilla.
Louis XIV representado en su tapis de pied, pintado en 1695 en la antigua capilla de palacio. Detrás suyo aparece, de rojo, el Grand Dauphin, padre de Felipe V de España.

La película Marie-Antoinette (2006) de Sofia Coppola representa la boda en el sitio exacto donde se celebró, pero con mucha menos gente y el Rey erróneamente situado al lado del altar.

El arzobispo de Reims, Grand Aumônier (Gran Capellán) de la Corte, oficia la ceremonia. Pasaremos de largo los detalles litúrgicos de la misa que se termina con la firma de las actas de boda. Un modesto cura del parroquia de Notre-Dame de Versailles (a la que pertenece el palacio) trae el voluminoso registro de bodas y lo entrega el Rey, que es el primero en firmarlo encima de su reclinatorio. Acto seguido firman según el orden protocolario los recién casados Dauphin y Dauphine, el resto de la Familia Real, los princes y princesses de sang,  el Grand Aumônier y el cura de la parroquia.
Registro de boda. El manchurrón que dejó Marie-Antoinette al firmar fue visto por algunas personas como un mal augurio.

Hacia las dos en punto todo ha terminado, el cortejo se vuelve a formar y hace el recorrido a la inversa y una vez más con las estancias repletas de damas y caballeros venidos de Paris. Solo una pequeña diferencia en la disposición del cortejo, como la Dauphine ya está casada, ahora ya tiene rango en la Corte de Francia, por eso su posición en el cortejo es inmediatamente después del Rey, pero sola, el Dauphin va inmediatamente antes de monarca. Sería impensable, en la actualidad, que una pareja de novios entraran juntos a la capilla y salieran por separado.

Inmediatamente después de que las puertas del Salon de la Paix se cierren bajo el último miembro del cortejo, los ujieres y los guardias de palacio empiezan a sacar el público de las estancias, no es una tarea fácil, a los más de 5000 invitados hay que añadir a la gente que ha entrado durante la misa. Tan pronto como es posible los obreros desmontan las gradas y empiezan a preparar el Grand Appartement para la soirée de la tarde.

LE JEU DU ROI

Una vez terminada la ceremonia religiosa, la mayoría de los invitados pueden descansar hasta media tarde, la Dauphine no.

Marie-Antoinette vuelve a su appartement de la planta baja e inmediatamente empieza el acto de juramento de los nuevos miembros de la Casa de la Dauphine (entiéndase todas las personas dedicadas a su servicio, cada miembro de la Familia Real tiene una casa independiente). En presencia del Conde de Saint-Florentin (Ministro de la Casa del Rey) y entre las manos de la recién casada juran los altos cargos de la casa, a saber: la dama de honor (la líder de la Casa de la Dauphine, la archicitada Condesa de Noailles), la dame d’autours (en España la camarista que asiste el tocador), seis damas de palacio, tres damas supernumerarias, el caballero de honor, el primer mayordomo, el primer capellán, el superintendente de finanzas, los intendentes, los tesoreros, los gentilhombres sirvientes, el secretario, el primer caballerizo y los interventores generales.

Los miembros de rango menor han prestado juramento con anterioridad a la Condesa de Noailles.

Acto seguido se le presentan a la Dauphine los embajadores de las cortes extrajeras, entre ellos el Conde de Mercy-Argenteau, embajador de la Corte de Viena, y por lo tanto conexión directa entre Marie-Antoinette y su madre la emperatriz Marie-Theresia.

Antes de empezar los juramentes y presentaciones la Dauphine ha recibido la corbeille de mariage, una caja de terciopelo rojo bordado en oro en la que la recién casada recibe sus regalos de boda, en este caso del Rey. La caja contiene una parure de esmalte azul con una cadena de diamantes, un estuche, un portamonedas y un soberbio abanico cuajado de pequeños diamantes. La caja contiene además souvenirs, relojes de bolsillo y estuches tallados que ella distribuye encantada entre las personas presentes (hay etiquetas para saber a quién debe dar cada cosa).

Pasadas las cuatro, la Familia Real almuerza en petit couvert (en privado), luego todos vuelven a sus respectivos appartements para cambiarse.

A las seis en punto de la tarde empieza el jeu du Roi, aunque la Familia Real no aparece hasta pasadas las seis y media. En el Grand Appartment las gradas de la mañana han desaparecido, para dejar espacio a las 6000 personas que han recibido una invitación. Pero el principal atractivo de la celebración está en la Galerie des Glaces. Centenares de lámparas, muchas de ellas alquiladas para la ocasión, cuelgan del techo, las cuerdas han sido primorosamente escondidas bajo voluminosas guirnaldas de flores. La iluminación se completa con 24 girandoles y 24 torchères doradas. Aunque en las primeras horas apenas es necesaria, pues los últimos rayos del Sol que desaparecen bajo el horizonte del jardín tiñen la Galerie de una luz anaranjada.

En el centro de la Galerie se dispone la table du Roi, una inmensa mesa circular con una cobertura de terciopelo verde con flecos dorados en la que el Rey y la Familia Real juegan al lansquenet. A su alrededor tres y hasta cuatro hileras de damas de la Corte observan la partida. Un poco más lejos de la table du Roi, en pequeñas mesas, los princes y princesses de sang, las damas y los caballeros de la Corte juegan a la cavagnole. Una balaustrada separa la parte central de la Galerie destinada a la Corte de las partes laterales destinadas al público y a las “damas de Paris”. Finalmente como ha ocurrido por la mañana, se han relajado las normas de admisión y puede entrar cualquiera que vaya decentemente vestido. El público entra por el Grand Appartement, discurre en fila india por los laterales de la Galerie y sale por el Appartement de la Reine. Al parecer todo el mundo es respetuoso y el constante movimiento de la hilera no se interrumpe. Los invitados más privilegiados pueden permanecer sentados en unas gradas dispuestas en el espacio de las ventanas de la Galerie.
Representación del Jeu du Roi en la segunda boda del anterior Dauphin en 1747 por Charles-Nicolas Cochin le Jeune.
© RMN-Grand Palais (Château de Versailles). 

La table du Roi y las damas de la Corte a su alrededor.


El jeu du Roi, se desarrolla sin ningún incidente, a excepción de una terrible tempestad que obliga a suspender los fuegos de artificio que se tenían que lanzar en los jardines. Al pueblo se le había permitido de forma excepcional acceder a los jardines de Versailles, pero después de horas esperando, la tormenta les obliga a cobijarse en los vestíbulos de palacio, donde se mezclan de forma desordenada con los elegantes burgueses venidos de Paris para ver el jeu du Roi.

EL FESTÍN Y LA BENDICIÓN NUPCIAL

A las diez el Rey se levanta de su mesa, el jeu du Roi ha terminado. El banquete nupcial empieza en la otra punta del palacio en la nueva Salle de l’Opéra.

Desde tiempos de Louis XIV, se había proyectado construir una sala de ópera y teatro en el palacio. Durante décadas la decisión se fue aplazando por falta de fondos, y a finales del reinado del Rey Sol, éste decidió construir una nueva capilla y dejar la construcción de la sala de espectáculos para sus sucesores. Durante más de cincuenta años, el extremo norte del ala norte de Versailles estuvo ocupado por un inmenso solar vacío. Las imponentes fachadas terminaban bruscamente a la espera de la nueva ópera.

Pero nada se construyó. A Louis XV parecía no interesarle y durante gran parte de su reinado pequeñas salas de teatro desmontables se habían erigido temporalmente en distintas partes del palacio. No sería justo, sin embargo, no decir que el creciente endeudamiento de la monarquía fue una causa importante en los constantes retrasos. En 1748, el arquitecto de cabecera del Rey, Ange-Jacques Gabriel, decidió empezar la construcción de la nueva ópera. Las obras de cimentación se realizaron con mucha lentitud y todo fue parado en 1756 a causa de la Guerra de los Siete Años. Se reemprendió en 1763 para suspenderse otra vez dos años después. En 1768, en vista de la boda del Dauphin, Louis XV decidió finalmente dar el sprint final. Hasta el día anterior a la boda se estuvieron haciendo los últimos retoques a la construcción. Pero el resultado fue digno de Versailles.
La Salle de l'Opéra de Versailles.

El arquitecto Gabriel concibió una Salle de l'Opéra que puede considerarse (como toda su carrera) un puente entre la arquitectura tardo-barroca y el emergente neoclasicismo. La sala, realizada enteramente en madera que imita el mármol, presenta una forma ovalada y fue rápidamente reconocida por la crítica como la segunda sala más grande y con mejor acústica de Europa (después del San Carlo de Nápoles). La decoración, a base de jarrones “à l’ancienne”, medallones y guirnaldas anuncia ya las formas del style Louis XVI. Pero el elemento más potente es sin dura la diáfana columnata semicircular que substituye a los palcos en la parte superior, un claro guiño al famoso Teatro Olimpico de Palladio.

Así pues, con el festín de bodas, se inaugura la que se considera última gran construcción en el Versailles de los Borbones.

En medio de la sala, en la platea, se dispone una inmensa mesa rectangular (de 8.50 x 4.20) de 22 cubiertos para la Familia Real y los princes y princesses de sang. En Rey se sienta en un extremo, frente al escenario, a su derecha el Dauphin y a su izquierda la Dauphine, a continuación, en los lados largos el resto de asistentes. Siguiendo el protocolo, el Rey se sienta en un sillón, el resto de los comensales en un taburete. El centro de la mesa lo ocupa un inmenso surtout de porcelana de Sèvres que imita una columnata dórica y que se completa por una escultura ecuestre del Rey, dos fuentes, y varios putti y alegorías de la abundancia.

Una balaustrada de mármol separa la mesa y los gentilhommes servants (vamos, los camareros), de los miembros de la Corte que ocupan la platea (de pie, claro). El resto de miembros de la Corte se distribuyen en los varios pisos de palcos de tiene la sala.
Representación del Festin Real de 1770, se puede apreciar perfectamente la mesa real, el surtout y la Corte repartida en los palcos.

Surtout para la boda de Louis-Auguste y Marie-Antoinette. Solo se conserva la columnata central, aunque reformada a finales del siglo XIX.
© RMN-GP (Château de Versailles) - Gérard Blot.

En el escenario, un decorado que imita el estilo de la sala permite que haya más palcos para la Corte y, en medio, los 180 miembros de la banda de música de los Gardes Françaises vestidos “à la turque” tocan ininterrumpidamente durante las dos horas y media que dura el festín.

El menú del festín no se ha conservado, pero se sabe que se sirvió “à la française (es decir con todos los platos en la mesa, y los comensales sirviéndose aquello que quieren comer) y que contó con varios servicios, el primero se hizo en la vajilla de oro, los otros en la vajilla de vermeil.

La Duquesa de Northumberland, presente en el festín, dice en sus memorias que el Dauphin “comió muy poco, se le veía pensativo y miraba fijamente su plato mientras movía el cuchillo con los dedos”. Otra versión, quizás más apócrifa, dice que el Rey le dijo al Dauphin “Mejor que no comáis demasiado para esta noche” y éste respondió “¿Por qué? Siempre duermo mejor cuando he cenado bien.”. El Rey evitó entonces explicarle a su nieto en qué consistía la noche de bodas, estaban sentados a más de metro y medio de distancia.

Pasada medianoche, se da por terminado el festín real y los recién casados se dirigen a sus respectivos appartements a la espera de la bendición del lecho nupcial.

Cada uno se desviste en sus respectivos aposentos, pero siguiendo el ritual del “coucher (la ceremonia nocturna en la que los monarcas y grandes señores son desvestidos en público).

En el caso del Dauphin, el Rey, en presencia de las grandes entrées (las personas con derecho a asistir al coucher), le hace entrega de la camisa de dormir. Ceremonia análoga ocurre en el appartement de Marie-Antoinette, en su caso la camisa de dormir se la entrega la Duquesa de Chartres (princesse de sang y mujer casada de más rango en la Corte).

A continuación llegan el Rey, el Dauphin y quienes han asistido a su coucher. Según la tradición, a pesar de que en esa época los esposos de la realeza y aristocracia duermen en estancias separadas, la cámara nupcial o conyugal siempre es la de la esposa.
El dormitorio que usó Marie-Antoinette durante sus primeros meses de casada y donde se realizó la bendición nupcial (actual Chambre du Dauphin). Ninguno de los muebles actualmente en exposición es original.

Se descorren las cortinas de la cama, el Rey da unos consejos de última hora al Dauphin. Luego los esposos entran en la cama y ante la presencia del Rey, la Familia Real, los princes y princesses de sang y las grandes entrées (podemos imaginar tranquilamente unas 40 personas), el arzobispo de Reims (el mismo que los ha casado por la mañana) bendice la cama. A continuación todo el mundo hace una reverencia a los esposos y abandona paulatinamente la estancia, finalmente se corren las cortinas de la cama.

Pero esa noche no ocurrirá nada, ni esa ni ninguna de las noches de los próximos siete años.

El Dauphin escribe en su diario “Mi boda, soirée en la galerie, festín real en la sala de la ópera”.