jueves, 9 de enero de 2014

Los Reyes Magos no siempre llevaron corona.

Hace poco se ha celebrado la Cabalgata de Reyes, celebración de culmina y clausura la sempiterna sucesión de festividades navideñas. Melchor, Gaspar y Baltasar han recorrido en una maratoniana jornada miles de ciudades y municipios y suponemos que también han cumplido, en la medida de lo posible, los deseos de los más pequeños. Pero los Reyes Magos no siempre fueron reyes.

La narración de la Epifanía tiene como principal fuente el Evangelio de San Mateo, el evangelista narra la llegada de unos “magos de Oriente” (Mateo 2:01), y recordemos que en inglés se traduce como Wise Men, eso es, sabios o eruditos llegados de Oriente, no reyes. Los hombres en cuestión vinieron, como sabemos, guiados por una estrella, pero lo más probable es que fueran todos ellos expertos astrólogos y que a través del estudio de los astros hubieran vaticinado la llegada del Mesías. Asimismo, la importancia de la Epifanía también radica en que los “magos de Oriente” fueron los primeros no judíos en rendir homenaje al Niño Jesús, su origen oriental ha hecho suponer, pues, que serían probablemente sacerdotes (o sabios o magos, como queramos) del Zoroastrismo, religión practicada en la Antigua Mesopotamia desde tiempos pretéritos.
El Faravahar o "ángel guardián", uno de los más antiguos y conocidos símbolos del Zoroastrismo. Como en la mayoría de las culturas de la Antigüedad tiene como elemento central el disco solar.

Por otro lado, San Mateo tampoco nombra el número, pero como con ellos llegaron oro, incienso y mirra, pues rápidamente se dedujo que fueron tres. De hecho, una de las más tempranas representaciones de los Reyes Magos, situada en la iglesia de Sant’Apollinare Nuovo de Ravenna (s. VI), muestra a tres personajes con ropajes exóticos, cargando los ya citados presentes y tocados con un gorro frigio, mucho más tarde asociado a los ideales republicanos, pero que por aquel entonces era representativo de Frigia (región de Asia Menor), ergo exótico, foráneo y oriental.
Los famosos Reyes Magos de Ravenna, en el muro norte de la nave central de Sant'Apollinare Nuovo.

A lo largo de la Edad Media, los “magos” se fueron metamorfoseando en reyes, probablemente con la intención de legitimar las distintas monarquías europeas asociando la devoción de los Reyes Magos con la de los distintos monarcas del momento. Asimismo, poco a poco fue apareciendo un suntuoso cortejo que los acompañaba con espléndidos ropajes y exuberantes regalos. Los “sabios de Oriente” se convirtieron en opulentos monarcas “a la europea” con, a veces, un toque exótico “a la persa”.

A finales de la Edad Media, la representación de la Epifanía permitía el despliegue de un sinfín de lujos, se podía gozar, pues, de la pintura profana sin perder la temática religiosa en la cristiana Europa de los siglos XIII, XIV y XV.
Una de las más celebres representaciones tardo-góticas de la Adoración de los Magos, pintada en 1423 por Gentile da Fabriano, Galleria degli Uffizi.

Y fue precisamente en el siglo XV, cuando con el Renacimiento se recuperó la pintura profana, que la representación de los Reyes Magos alcanzó uno de sus mayores hitos artísticos. En 1459, el poderosísimo banquero florentino Cosimo "il Vecchio" Médici (1389-1464) encargó la decoración de la capilla de su palacio con frescos que representaran la Cabalgata de los Reyes Magos; y entre el fastuoso cortejo, el pintor Benozzo Gozzoli, representó a la familia Médici al completo. No era solo una muestra de su devoción, sino también de su ascendente prestigio, poder y riqueza. La pompa que rodeaba a los Reyes era una evocación indirecta a la fortuna de los Médici.
Cappella dei Magi en el Palazzo Médici(-Riccardi) de Florencia. Usada a la vez como capilla de palacio y capilla privada, se situaba al lado del studiolo de Lorenzo de Médici.

Cortejo del rey Baltasar, los Médici aparecen a caballo a mano izquierda. Primero aparece Piero il Gottoso (hijo de Cosimo) que monta un caballo blanco,  justo detrás Cosimo il Vecchio sobre una mula marrón (símbolo de sus orígenes humildes) y más hacia atrás otros miembros de la familia.

Los Reyes Magos continuaron apareciendo en las pinturas durante siglos, pero la exuberancia dejó paso a la devoción más sincera, pues quien quisiera profanidad, podía disfrutar ahora de las pinturas mitológicas, los paisajes, los bodegones, etc.
Los tres Reyes Magos de la Cappella dei Magi. Baltasar (centro) se asemeja a Ioannes VIII Palaialogus (1425-1448), penúltimo emperador de Bizancio.

No obstante, también es interesante ver que en la representación de los Reyes Magos del palacio de los Médici, no aparece el rey negro, pues en el momento (y ya aparece así en Sant’Apollinare) cada rey simbolizaba una edad del hombre (anciano, adulto y joven), fue posteriormente que los Reyes Magos pasaron a personificar los tres continentes conocidos (Europa, Asia/Oriente y África), entonces apareció el rey negro.
Hugo van der Goes representa en el Altar Monforte (circa 1470) a los tres reyes como las tres edades del hombre.

En la Adoración de los Reyes Magos de la misma época (circa 1470) Hans Memling representa, quizás por primera vez, al rey negro.

Paolo Veronese pinta hacia 1580 esta Adoración, donde vuelven a aparecer tres reyes blancos, hecho explicable porque cada uno representa a uno de los tres nobles venecianos que encargaron la obra, sus escudos aparecen sobre las vestimentas de sus pajes. Musée de Beaux Arts de Lyon.

El rey negro suele adquirir una estética más musulmana-otomana que africana. A lo largo del siglo XVII que se va configurando la estética de los Reyes Magos que forma parte de la cultura popular. Adoración de los Reyes Magos (circa 1601-1650) de Matthias Stom, Musée des Augustins, Toulouse.

Fue muchísimo más tarde, en el siglo XIX, que de la pintura se pasó al teatro y parece ser que fue en Alcoy (Alicante) donde en 1886 se celebró la primera cabalgata, celebración que, con el toque kitsch inherente a la cultura de masas, ha llegado hasta nuestros días.

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